lunes, 26 de noviembre de 2007

CRÓNICA de la cotidianeidad

Anacrónica
G. Abraham Reyes

Lic. En Comunicación y Periodismo, UNAM
A Erika Chávez


Adolescencia: tierra arada por una idea fija.
Cuerpo tatuado de cicatrices resplandecientes.
Octavio Paz




Al calor del café, frente a la computadora, un hombre se pregunta muchas cosas…

-De qué puede escribir uno en estos días- me pregunté varias veces sentado en el asiento del microbús ya de regreso a casa-. Serían más o menos las once de la noche. Minutos antes había despedido a los amigos en la estación del metro, platicamos de muchas cosas que para entonces ya no recordaba. Me sentía agobiado, apunto de abordar el microbús pensé que había llegado la hora de cerrar cuentas. De hacer consciencia de todas mis acciones durante el día. No con el afán de arrepentimiento, ni tampoco por querer ser cada día una mejor persona.
– Siempre el tiempo, siempre-me dije-.
-Es una cuestión muy personal que, quizá, sólo yo entiendo-.
Traté de recapitular el día:
-Nada fuera de lo común -. Pensé que estaba bien que fuera así, no me hubiera gustado cargar nuevo peso a mi vida. Resumiendo cuentas concluí que todo era contingente, lo cual no debía preocuparme demasiado. Sin embargo, algo no me dejaba engañarme a mí mismo; sin duda es fácil recuperar el equilibrio cuando uno se da la razón, esto es, cuando uno se traiciona a sí mismo. Sabía indudablemente que durante el día algunas cosas las había llevado a cabo por el camino equivocado. Otras no las había cumplido. Fantasmas del pasado volaron sobre mi consciencia. Concluí, como otros días, que a veces cuesta trabajo estar vivo. Entonces pensé en lo que tenía que hacer, tarea, trabajo y demás. Enseguida me vino a la mente la pregunta: qué puede escribir uno en estos días. En un crucero el microbús se detuvo, en seguida un vendedor de palanquetas abordó la nave seguido de un vocifero que decía: ¡A peso, a peso las palanquetas¡ De inmediato recordé el sabor a cacahuate endulzado, y busque en la bolsa el cambio que el cobrador me había regresado minutos antes. Percibí desde la punta que el vendedor hizo buena venta hasta que llegó a mi lugar, casi al final de la fila. Compre tres palanquetas, tenía demasiada hambre. Sólo me sostenía el desayuno y una torta al medio día. Al comer las palanquetas pensaba lentamente lo que había pedido el maestro de Taller de prensa: una crónica, eso pidió el maestro, una crónica.
-Antes escribí crónicas, creo que eran bastante buenas, pero ese fue otro tiempo- me dije-. Me pregunté, como casi todos los días, si acaso no había perdido el camino. Antes creía en el destino muy románticamente, eso implicaba muchas cosas. Hoy creo que sí; el hombre nace con un destino. Pero no es el destino del hombre vivir éste, sino salir de él, y así, como decía Ortega: encontrarse en el mundo.
Terminé las palanquetas sin saciar mi hambre, aumentarla fue lo único que logré. Junto a mí venía sentada una señora muy joven que llevaba en brazos a un pequeño, podría decirse casi un recién nacido. Recordé a mi sobrina Andrea, la alegría me inyectó el corazón, por un momento el mundo se me hizo más parejo. Intenté adivinar qué estaría haciendo en ese momento allá en casa. -Ya estará dormida-me dije-. -Cómo estará Elena -pensé-. En ese momento el microbús viró bruscamente hacia la izquierda, la señora se tambaleo al resistir el empuje de un señor que se recargo en ella para no perder el equilibrio, a su vez ambos cuerpos me empujaron sacándome de mi transe. Es una pericia o algo así, cuando quiero pensar algo me pierdo, me voy del mundo. Parezco Jonhy Carter en El perseguidor de Cortázar: a veces creo que “…no pienso; estoy como parado en una esquina viendo pasar lo que pienso, pero no pienso lo que veo, quizá lo que pasa es que uno piensa por su cuenta…”
Pasado esto recargue mi rostro en el cristal sucio, divisé el Hospital General, en seguida el establecimiento de servicios funerarios. -Estoy cerca- me dije-. Pedí permiso a la señora que a su vez miro al fulano que estaba parado junto a ella para que se hiciera a un lado. El fulano se movió, y la señora fue acomodando a su hijo en mi lugar mientras me levantaba. A mi paso se acercó un señor presionando el botón rojo que de inmediato avisó al chofer con el sonido. El microbús se detuvo, decidí bajar también.
-Después de toda mi casa se encuentra a uno cuantos pasos – me dije-.

Abordé la banqueta con paso lento, saqué un cigarro de la bolsa de la camisa. Batallé un rato buscando los cerrillos en la mochila sin tener suerte hasta que encontré el encendedor. Revise la hora en el celular: once cincuenta y cinco. Le resté los quince minutos habituales, once cuarenta. Siempre he adelantado el reloj quince minutos, me lo inculcó mi padre para hacer rendir más el tiempo, según me dijo. “Si sumas los quince de cada hora, veras qué de cosas puedes hacer sin contar con el tiempo normal”. – Relojes, malditos relojes, siempre mienten-. A veces pienso cosas que para “pensarlas” tardaría un día entero, sin embargo, han transcurrido veinte minutos.
A pocos metros de casa empecé a planear lo que haría. En mi mente me vislumbre en la cocina calentando agua para café, hurgando algo para cenar. Llegué a la puerta, por precaución eche un vistazo por todas partes para cerciorarme de que nadie me seguía. Abrí y entre a otro mundo y a otro tiempo: mi casa. Todo en su lugar, el coche, mi motocicleta tranquila y esperándome junto a él. El jardín bailando al ritmo del viento nocturno atravesando el cobertizo. Una especie de paz revoloteó en mi espíritu. –Seguramente todo ha salido bien este día, la paz se respira en todas partes- me dije-. Encendí la lámpara del estacionamiento y penetré en la casa por la puerta de visitas. Sé que a mi madre le molesta, pero desgraciadamente no tengo llave de la otra puerta. Dice que “entrar por esa puerta en tu propia casa es casi como si entrara un extraño”. Ella cree que la casa está viva, y que su corazón somos los seres que la habitan.

Inmediatamente me dirigí a la cocina, cogí el encendedor, abrí la llave del gas de la estufa y encendí la flama, la regule según mi creencia de que los alimentos saben mejor a fuego lento. Un pedazo de bistec en la sartén me esperaba. Recordé a mi amiga Yoselin y las palabras que me dice cada que me ve comer carne: “vas a reencarnar en perro, te lo aseguro”. Ella es budista, por lo tanto vegetariana. Me ha dicho que no bebe alcohol, aunque le he visto discretamente ingerirlo. – ¡Hipócrita!- exclamo-.

Llené hasta el borde la cafetera y la puse al fuego. En unos minutos tenía una suculenta cena. En el refri encontré ensalada y un poco de salsa. –Café, bistec, ensalada y salsa, qué desequilibrado soy- me dije al dirigirme con charola en mano hacia la sala-. Toda la casa estaba en silencio. Posé la charola sobre la mesa de centro y la recorrí hasta casi topar con el rechoncho sillón que engalana la pieza. Sólo dejé espacio para los pies. Cené distinguidamente, sin más testigos que los muebles. Pensé en encender la televisión, luego decidí que mejor terminaría de cenar sin tropiezos. -Así podré hacer algo de todo lo pendiente que tengo-. En general siempre digo lo mismo, a veces me quedo dormido frente a la computadora recostado en el sillón, en fin.

Duermo tarde, tengo esa costumbre desde hace tiempo. Cuando pequeño pensaba que dormir era para la gente grande, yo quería jugar hasta el cansancio y no ir a la escuela. Hoy que estoy algo grandecito veo que la mañita se me quedó, la de dormir tarde, excepto lo de jugar e ir a la escuela. Asistir a la escuela es, quizá, lo que me da sentido, lo que da sentido a mi vida. Cuando tenía veinte años trabajé de mesero en un bar. La costumbre de dormir tarde, aunado a esto, trabajar toda la noche, y estar alcohólico la mayoría del tiempo condiciona. Casi dos años de mi vida los dediqué a la vida nocturna, entre copa y copa, botella tras botella transcurrió mi existencia. Es por eso que a veces disfruto la soledad, me gusta extenderme en mí mismo.

Pasada la cena me refrendé un café cargado. Recogí los trastos, pasé al baño y enseguida subí a mi habitación; mi sub-mundo o espacio separado. Para mí una casa es como un miniuniverso, quizá sea influencia de mi madre, me parece que la forma en que esté organizada tu casa es la visión que tienes del universo. Es una mini concepción de cómo crees que está organizado el mundo. Cuartos por aquí, cuartos por allá, baños, escaleras, segundos pisos, jardín etc. Más cuando tú eres el que la planeas, es decir, cuando te sientes Dios. Obviamente por ser simples hombres esto es más complicado.

-Todo en orden, que bien-. Mi habitación, esto es, donde habito, es de alguna forma una guarida y una puerta a otro mundo. En ella yacen todas las cosas íntimas de mi vida. Al fondo mi miniestudio reposa tranquilamente esperando que alguien le de vida. Mis libros, la computadora, el sillón negro que larga por todos lados pedazos de tela.
-Cómo sacar del juego a lo cotidiano-me digo recostado en mi sillón-. Al momento resucito la computadora que se inflama de colores frente a mi rostro. Una crónica, tengo que escribir una crónica. -Me gusta escribir crónicas de viajes, eso me encanta-me digo en la mente-. –Pero ¿una crónica de algún suceso personal?, de algo más personal-. – ¡Cómo darle ojos al lenguaje! ¡Cómo acertar con la exacta desesperación del hombre!
-¿Es tan difícil escribir?-. -No; lo que duele es no tener qué decir-.
Este es, sin duda, uno de los problemas más viejos del hombre: qué escribir. Y es, sin duda, uno de los que más cansa. Me he preguntado lo que constantemente se preguntó Miguel Guardia: “…de qué sirve aumentar el cementerio de frases y lápidas oscuras si hoy día el hombre es incapaz de reconocer el nombre de sus muertos” porque se sabe que “…de ante mano todo esta perdido”. Incluso: “la dignidad de lo verdadero”. Si hay “…tantas cosas que decir, y tantas, que aunque fueran dichas, no serían recordadas”. Recuerdo que otra noche simplemente para escribir un poema tuve que pelear con el Tiempo. -¿Será que a veces se está tan acostumbrado a ver algo, que ese algo pierde sentido para uno?-. -¿Ese Logos se vuelve I-Logos, locura, desorden, caos, en suma, sin sentido?-.

-Pensar es ver con los ojos del espíritu- me dijo alguna vez un maestro-. He llegado hasta este teclado donde conecto mi espíritu con la letra, que se refleja a su vez en este espejo-monitor donde escribo e inscribo mi pensamiento. Tengo que escribir una crónica y no sé si logre mi cometido. El caso es que he escrito durante horas, he bebido demasiado café para aguantar mi batalla con el Tiempo. Tengo un problema con el Tiempo, lo acepto. Presente, pasado, futuro. ¡Bah! -Todos los tiempos son este presente- decía Paz-. –Pero cómo salir de lo cotidiano-. -La cotidianeidad de la vida circunscrita aun presente eterno ¿sin futuro? porque el hombre se ha estrellado en la pared-. -¿El hombre ha caído al abismo?-.
Creo que ahora dormiré, no sé si he cumplido mi cometido de escribir una crónica más personal, sin duda he relatado el viaje que diariamente hago de la escuela a mi casa. No sé qué hora es, y no me importa. Después de todo soy libre, soy un ojo de luz, una explosión de silencio: un enorme punto ardiente…


Marzo de 2007

jueves, 15 de noviembre de 2007

CRÓNICA de viaje a París



París: Crónica de un viaje anunciado
Por. Nancy Ortiz
Alumna de Sociología SEA UV







La llegada
A París llegué en autobús, un autobús más corriente que común, incomodo, sin baño y que hacía paradas innecesarias, es obvio suponer que es más barato que el tren y el avión. La ventaja de viajar por Europa es que en unas cuantas horas uno ya se encuentra en otro país, así que el martirio no dura mucho tiempo.
La terminal parisina es caótica y un poco sucia como casi todas las terminales de las grandes ciudades. Fue relativamente sencillo viajar en el metro parisino pese a no saber francés, el metro es bastante caro en comparación al que tenemos en el DF, así que uno no puede darse el lujo de andarse equivocando.
Lo más complicado del arribo era cargar la mochila de viajero, no la recomiendo para viajes largos, uno termina deseando que se la roben para no cargar más. Jure que la próxima vez que anduviera de mochilera lo haría con maleta de rueditas.
Me hospede en un modesto hotel frente a la estación del metro Pasteur, cerca de Montparnasse. Maurice (el recepcionista) ya tenía mi pequeño cuarto apartado, con vista al boulevard Pasteur, era cómodo y relativamente barato, era una ventaja poder contar con baño y agua propia. Según me han dicho eso es un lujo en París.


El sena
Lo primero divertido que hice fue caminar por la orilla del río sena. No se, tal vez iba un poco cansada pero el río Sena me pareció algo ordinario, sobre todo viviendo en Veracruz donde los ríos olorosos y revueltos abundan. Claro, no todos los ríos tienen el gusto de atravesar París, por ello el Sena parece ser mirado con otros ojos.
A las orillas del río hay muchos pequeños cafés, negocios de souvenir, librerías de viejo, boutiques, galerías, restaurantes y demás. A las orillas se juntan personas que hacen teatro callejero, o quieren vender algunas de sus obras de arte. El atardecer al rededor es bonito, sobre todo por el ambiente cosmopolita que se vive. Los turistas se encuentran, intercambian sonrisas y miradas como si compartieran el mismo pensamiento, seguramente sí ¡Estoy en París!
Los turistas se distinguen fácilmente por ser ellos los que no andan con prisas ni traen mala cara. Mucho se ha dicho sobre las actitud de los parisinos, que son hoscos, no les gusta perder el tiempo en cortesías, les choca que les hables en ingles y demás, todo parece cierto, sin embargo, también hay parisinos amables, coquetos y dispuestos a brindarte su ayuda si les hablas en español.
Por la noche la cosa se pone aun más bonita, París es más bella de noche. El Sena se llena de embarcaciones luminosas que ofrecen servicios de bar y restauran, el romanticismo deambula por el Sena. El romanticismo al alcance por unos cuantos euros.



La torre
La famosa torre Eiffel, ubicada en avenue Gustave Eiffel no es tan hermosa de día como de noche. Por la noche brinda un espectáculo de luces que dura 15 minutos cada hora ,es espectacular. Bajo la torre los jóvenes parisinos se juntan a convivir, sacan sus botellas de vino, quesos, cantan y demás, todo muy bohemio. Los estereotipos a la orden del día.
Tengo que confesar que antes de subir la torre no me pareció tan espectacular. Mientras hacía una fila que duró más de dos horas para poder subir hasta el top me preguntaba si la torre no formaba parte de una construcción social, un símbolo de glamour y romanticismo, fetichismo puro, pensaba que realmente había visto cosas mucho más bonitas y baratas que la torre, sin hacer tanta fila ni esperar tanto. Llegue a pensar que sólo quería subir para poder decir que estuve ahí, pero realmente no me parecía tan espectacular mientras esperaba, el color me decepcionó un poco, no sabía si ese era su color original o si estaba cubierta por polvo. Llegué a la conclusión de que si la torre hubiera sido colocada en otro país probablemente no hubiera tenido el mismo éxito. Pensé en todo ese valor agregado, todas las cuestiones simbólicas que representa y conforman nuestro sistema de creencias. Tuve el mal tino de expresar mis pensamiento con una persona que desde la infancia soñaba con subir a la torre y me mando por un tubo, me dijo que cómo podía pensar eso, que la torre era bonita, porque era bonita, y que le gustaba porque era bonita. Y que mis reflexiones las dejara para otro momento, para otro lugar donde no fuera tan caro estar. Para cuando estuviera con mis amigos raros que les gusta cuestionarse todo.
Vapuleada me puse a observar a la gente, mucho asiático, frente a mi estaba una familia conformada por un caucásico y una oriental, con 4 hijos: 1 varón, 2 jovencitas y una niña, las adolescentes eran una mezcla exótica entre un ingles y una vietnamita (sólo supuse las nacionalidades) las jóvenes parecían modelos de Bennetton, tan bellas que en cuanto podía trataba de mirarlas.
Nos anocheció haciendo fila para entrar y eso que en Verano oscurece después de las 9 de la noche. Finalmente entramos. Llegué el top y quise maldecirme por haber dicho que la torre me parecía fea. Tenía que penetrar la torre para convencerme de su belleza. París de noche visto desde la torre es espectacular, hubiera pasado ahí toda la noche de no ser porque mi tiempo estaba delimitado por el horario de la torre y del metro. Rápidamente bajamos como pudimos, en ascensor y por las escaleras para poder ver el espectáculo de luces que se da cada hora. Valió la pena el tiempo de espera, por fin veía la torre, tengo que confesarlo yo también soñaba desde niña que visitaba París, imaginario o no la torre por la noche es mágica, encanta y le prometes volverla a ver.


El Louvre
El museo es enorme y hermosa arquitectura, tal vez necesite de varias semanas para poder recorrerlo con detenimiento. A las afueras hay pedigüeños que cantan opera y tocan violín a cambio de algunas monedas, los estereotipos se confirman, todo lo parisino es chic.
El museo tiene obras bellísimas, por eso no entiendo la necedad de la gente de sólo querer ver la Gioconda, mejor dicho si lo entiendo, pero me molesta un poco. La Gioconda de Da Vinci no es ni por asomo la mejor obra de ese museo, ni la mejor ni la más espectacular, es una obra bastante pequeñita que casi nos la sabemos de pe a pa. En fin.
Cuando salí del Louvre, aun en el patio, saque una manta para manifestarme contra el fraude electoral que México acababa de pasar y los guardias de seguridad rápidamente corrieron a pedirme que guardara mi manta, sólo lo supongo pues no hablo ni jota de francés, así que camine unos cuantos metro y la volví a sacar pretextando que no había entendido nada. Se juntaron otros mexicanos y se tomaron una foto con la linda manta que hasta florecitas tenía, los guardias hicieron lo suyo y volvieron a pedirme esta vez en un tono más enérgico que guardara esa manta (lo volví a suponer) sólo atine a decir -¿No que estamos en un país donde los principales valores son la "libertad, igualdad y fraternidad"?- Los franceses no supieron que contestarme, bueno, tal vez ni siquiera supieron que les quise decir.


La despedida
Salí de París en la madrugada, huí antes del amanecer para que no viera mi partida, tomé un mercedes que se decía taxi, paseamos un poco por Des Champs Elysees, algunos aun no se iban a dormir.
Llegamos al lugar donde nos recogería el autobús que nos llevaría al aeropuerto. Llegamos al aeropuerto ya por la mañana. Me subí a un avión más corriente que ordinario, donde a empujones hay que hacerse de un lugar, morder al de al lado para que te ceda el asiento que quieres. Como supondrán el avión era más barato que el tren. En fín. Me subí con un grupo de francófonos y me baje con el mismo grupo pero parlando italiano. En el aire se insertaron un chip para rápidamente cambiar de lengua. Me Impresiona la manera que tienen los europeos de comunicarse en varios idiomas, una conversación la pueden seguir hasta en 5 idiomas. Es como estar en la Torre de Babel. En el fondo no envidio mucho esa cualidad, siento que no podría desarrollar mucho el pensamiento con tantos cambios de códigos.
París quedo atrás. Vi  y disfruté más cosas, los edificios, los pastelitos franceses, las baguetes, la gentileza de los parisinos, las fuentes, las catedrales, la arquitectura, las esculturas, el ambiente, las librerías de viejo, las tiendas de discos, las boutiques, los centros comerciales, las botellitas de agua evian por 2.5 euros, el Internet por 5 euros la hora, la comida árabe, china, etc.
Hay muchas cosas en París, se necesitan varios días  para poder disfrutarla completamente. La ciudad sin duda es muy preciosa, sin embargo creo haber estado en otras ciudades igual o más bellas. Claro, con estilos y personalidades diferentes.


fotos: Nancy Ortiz

lunes, 12 de noviembre de 2007

ENSAYO sobre Edgar Morin


UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

“EDGAR MORIN Y EL PENSAMIENTO COMPLEJO.”

AUTOR: MARCO ANTONIO ARAUZ SOBERANES

EDGAR MORIN

La vida de Edgar Morin es, sin duda una aventura intelectual. Extraña asociación la de estos dos términos. Lo intelectual evoca a la razón, al orden, a lo científico y a lo bien estructurado, a lo sesudo y alejado del riesgo. Aventura en cambio, es el nombre de la pasión de libre juego resistiendo la asfixia impuesta por las reglas, de lo impulsivo y espontáneo, de lo impredecible; la síntesis fértil, tensa pero creativa de esos términos es no solamente un hilo conductor de la ya monumental obra teórica de Edgar Morín, si no también una cualidad de su trayectoria personal. Su obra debe, en consecuencia ser entendida no solo en términos de su contenido sino del proceso productor. Es sobre ese proceso que Morin ha meditado muchas veces en un intento de adivinar la forma oculta de su búsqueda, una búsqueda que, como todos los destinos humanos, como lo pensaba José Luis Borges, es una configuración única diseñada tal vez por los pasos que cada uno de nosotros urde en un laberinto incalculable y condensable en una cifra secreta, un Aleph al que a veces creemos vislumbrar ( como Einstein pensaba que pasaba, ocasionalmente, con el sentido de lo humano) pero nunca logramos capturar plenamente.

En Morin su producción teórica no es un intento de ser un logro acabado, si no mas bien un proceso que, en su devenir mismo, marca un rumbo cognitivo en el que somos invitados a participar. Recorramos algunos aspectos, de esa, su aventura intelectual.

Morin nace en Paris en 1921. su educación formal lo lleva a licenciarse en historia y derecho, pero sus estudios universitarios se interrumpen en 1942 cuando se une a la resistencia, tras la invasión de los nazis en Francia. Su estilo de resistencia no lo abandonara en el resto de su vida, expresándose tanto en su tendencia a no dejarse abarcar por discursos totalisantes, como en sus enfrentamientos con los establishments de disciplinas diversas que lo han visto siempre como un ajeno, como un extraño, al no poder aceptar su estilo trasgresor de fronteras disciplinarias, de libre disposición de conceptos para ser usados en contextos diferentes, de rigor acompañado como quería Gregory Bateson, por una imaginación al servicio de su praxis cotidiana de complejización de los discursos teóricos y las practicas en el campo de las ciencias sociales.

Al terminar la guerra se une al ejercito estacionado en la Alemania derrotada y testigo de la hecatombe de ese imperio que había pretendido persistir por mil años, escribe su primer libro editado en 1946 como “L An Zero de l´allemagne “. Casi cuarenta años después, es interesante volver a ese texto primero, en el cual la atención no se centra en lo que tanto los medios como la intelectualidad de la época consideran central, si no en aspectos mas marginales para el interés de l momento, como ser el futuro de esa tierra demonizada que seguía siendo parte de Europa, sin embargo, la influencia de la catástrofe a múltiples niveles en la cultura europea y mundial, el mapa mental que para alemanes y europeos iba a señalar la evolución de las identidades nacionales. Al enfocar estos temas Morin muestra ya una inusual capacidad para ver a los procesos sociales en movimiento, para iluminar generalmente aspectos soslayados, cuestionar presuposiciones dadas por evidentes y entroncar sus observaciones con procesos pasados y aperturas hacia el futuro, incluyendo siempre las preocupaciones éticas como centrales para observación de procesos sociales, entendiendo que la ética también evoluciona en si misma como un proceso social.

Comienza luego su interés sobre el tema de la muerte desde una perspectiva múltiple, que van de lo biológico a lo mitológico. La experiencia de la guerra, la resistencia y las imágenes del hundimiento alemán juegan, quizás un papel en ese interés. En este, tal vez, el primer ejercicio de articulación de nociones provenientes de disciplinas diversas para abordar un tema que le permite establecer puentes entre lo humano a nivel biofísico con los niveles antropo-sociales y psico-mitologicos. Lo social se abre, por una parte, al cuerpo en su materialidad física y por la otra, a lo imaginario en sus experiencias individuales (psicológicas en sentido tradicional) y sociales (mitológicas). En 1951 se publica el hombre y la muerte, producto de esas meditaciones tempranas.

Es también en ese año 1951 que Morin entra en el Centre National de la Recherche Scientifique como investigador. Los cinco años siguientes los pasa estudiando lo que denominara “el hombre imaginario”. La relación difícil de abarcar en términos tradicionales entre lo imaginario y lo real, que ya fuera centro de su interés , en su estudio de la muerte, continua ahora siendo explorada en su aproximación en el mundo del cine. También aquí rompe las barreras que lo obligan a utilizar solo discurso provenientes del mundo de las artes y se interesa por el cine desde una perspectiva múltiple no solo social y antropológica, si no también mitológica ( el cine aparece aquí como una oportunidad para estudiar lo mítico en su hacer, como mitopoyesis, y no solo como producto terminado, aparentemente intemporal) y económico-cultural ( como producto de consumo de una sociedad de masas) el cine y el hombre imaginario, lleva ya por su titulo ensayo de antrologia, publicado en 1956, mostrando una conciencia temprana de que su indagación supera ya las fronteras tradicionales que debieran restringir su pertinencia en su intención aun a-metódica a ciertas tradiciones intelectuales y culturales. La problemática abierta por esta intención innovadora le plantea ciertas dificultades metodologícas y lo comienza a lanzar en la dirección de una búsqueda mucho mas exhaustiva.

De su interés por el cine es también producto de su obra “ las stars” publicada en 1957, es en ese mismo año que Morin funda la revista “ Arguments”, donde esa discusión mas amplia, comienza a tomar lugar, a través de artículos que muestran un hilo conductor en su íconoplastia, producto en buena parte del desencanto por los discursos hegemónicos, heredera del proceso que le lleva a romper con el Marxismo, un proceso parcialmente desencadenado por la reflexión, pero también por sus choques con una izquierda dogmática, a la que no vacila en calificar de estalinista, en los medios intelectuales franceses. Su libro autocrítica, publicado en 1959, este testimonio del doloroso proceso personal de ruptura con el Marxismo, así como de meditaciones fecundas sobre el totalitarismo y nuevamente la estrechez de los discursos totalizadores. Un cuidado especial por resistir los cantos de sirenas de múltiples revoluciones intelectuales y científicas, que nunca lo encuentran como un seguidor ciego, sino como un entusiasta critico, va a ser la herencia perdurable de ese proceso”L Esprit du temps”, publicado en 1962 es quizá la ultima obra de su periodo temprano, donde todos sus intereses mayores se delinean, sin terminar de organizarse, en torno a la intención de articular lo físico con lo biológico y ambos con lo antropológico, psicológico y mitológico. Una particular capacidad para entender las condiciones de producción de los discursos sociales como emergentes de cruces de cambio y fertilizaciones mutuas, entre discursos de disciplinas diversas recorren ya sus trabajos tempranos.

En 1962 y 1963 durante un periodo de enfermedad Morin escribe “Le vif du sujet” (publicado en 1969), una continuación ahora mas conciente de sí de su intento de articular las ciencias del hombre y las de la naturaleza, a sabiendas de que su empresa tomaba proporciones mayores a las que sus indagaciones tempranas hubieran podido hacer pensar, aunque llevaban ya en esa dirección. La necesidad de no salirse del ámbito científico pero también de incluir una visión critica y autocrítica del mismo, se hace ya manifiesta y aparece mas explícitamente en “introduction a une politique de l´ homme”, parte del manuscrito de los años de enfermedad publicada en 1965.

Un trabajo de campo, en este caso presentado como una investigación multidisciplinar, aparece en 1967, con el titulo de “Commune en France: la métamorphose de Plodement” . ese es otro paso en su tejido permanente de una antropo-bio-cosmología, una transdiciplina en la que lo cultural son los sucesos que se dan entre seres biológicos, que son seres físicos, lo cual en lugar de llevarlo por el camino del reduccionismo, lo lanza por un camino inexplorado de articulación en lo cual, lo físico y lo biológico se complejizan y complejizan, a su vez, a lo cultural. Esta alternancia de Morin entre trabajos de campo e indagaciones a un nivel mas abstracto, desde una meta-perspectiva, así como una tendencia a dejarse llevar por grandes acontecimientos tanto sociales como personales, en una deriva fértil que estimula su vocación teórica y lo lleva a macro-conceptualizaciones, con consecuencias múltiples en campos del saber, que han sido una característica persistente en su recorrido intelectual. Es también en este aspecto que su producción teórica, ha tomado ese carácter de aventura al que hice referencia anteriormente. Un estilo que une lo literario al discurso tradicionalmente considerado más científico (objetivista) es expresión de esa unión fecunda de lo personal y lo social, de lo aleatorio, con lo racional y lo reflexivo, con el intento de ordenar y estructurar; para cuestionar nuevamente en un proceso sin fin.

Mayo de 1968, fue el acontecimiento social alrededor del cual, plasmo una nueva etapa reflexiva que lanzo finalmente a Morin en la búsqueda de un “Método” no cartesiano para el estudio de lo complejo. Señalan este tramo de su recorrido la publicación de “Mai 68: la breche”, en 1968 y de “la rumeur d´orleans”en 1969, donde aspectos del “Método” en cuya búsqueda esta embarcado son ya instrumentados, aunque no definidos a un nivel teórico, hay ahí una lección que el lector de la obra de Morin no deberá olvidar: su trabajo debe, en verdad, ser tomado mas como un método que el lector es invitado a utilizar en su campo especifico de practicas, que como un grupo de formulaciones abstractas a las que hubiera que discutir de un modo meramente lógico, como si hicieran referencia a entes cerrados, terminados, bien definidos, a descubrir y describir. Lo que ha sido señalado como variedades e incluso incoherencias, desde una perspectiva meramente lógica, es solo un obstáculo cuando la lectura de su obra es tomada como un ejercicio, en búsqueda de una ontología, más que como una invitación a utilizar un método epistemológico que ha de demostrar su fertilidad en la practica. El lector no encontrara a veces los eslabones intermedios que le permitieran ir desde las formulaciones, a veces abstractas de Edgar Morin, a su practica cotidiana. Le cabra cada cual, desde el campo cotidiano de su que hacer, encontrar el modo de hacer jugar el pensamiento complejo, para edificar una practica compleja, más que para atarse a enunciados generales sobre la complejidad. El desafió de la complejidad es el de pensar complejamente, como metodología de acción cotidiana, cual es quiera, que sea el campo en el que desempeñemos nuestro quehacer.

Vienen luego años de estudio, durante los cuales Morin entra en contacto con pensadores de disciplinas y teorías diversas quienes, en sus propios recorridos, habían tenido algunos intereses relacionados con los de Morin, o habían desarrollado nociones que el encuentra útiles para su búsqueda. Entre 1968 y 1975, Jaques Robin lo invita a participar en su grupo de los diez, un encuentro de vocación multidisciplinaria, en búsqueda de lenguajes novedosos que permitan trascender el saber asfixiado en compartimentos estancos. A través de Jaques Monod llega al “Salk Institute for Biological Studies” donde, en 1969 y 1970, se interioriza de los nuevos horizontes en el campo de la biología moleculelar, la genética, la etología, y otros desarrollos en ciencias naturales, nutriéndose, así de elementos que pasaran a integrar, más solidamente, una concepción “viva” de lo cultural que al mismo tiempo, complejisa su visión de lo biológico. Allí también se acerca mas a la obra de Gregory Batcson, quien había estado empeñado en introducir la teoría de sistemas y la cibernética (disciplinas a las que Morin ya se había acercado a través de Jaques Sauvan y Jenry Laborit) en lo campo de lo social. Estas disciplinas compartían la vocación transdiciplinar (un termino acunado por el) de Morin, en especial la cibernética, había generado un lenguaje que le permitía circular con soltura por los mundos físico, biológico y cultural, mediante una redefinición compleja de la noción de “información“. El contacto con los ecologistas californianos fertiliza su visión ética de lo bio-físico. Toda la experiencia estadounidense esta reflejada en “diario de California”, publicado en 1970.

Alrededor de 1971, entra en contacto con múltiples pensadores cuyas conceptualizaciones incorpora, de un modo siempre critico. Entre ellos Henry Atlan, Heinz Von Foerster y Gottard Gunhther, quienes habían trabajado sobre la noción de “auto-organización” , una noción que Morin encuentra fecunda para su articulación de lo físico , lo biológico y lo cultural. El contacto con la obra filosófica de Costoriadis y Serres, y la obra epistemológica de Popper y Kuhn, Lakatos y Feyerabend, estimula también su pensamiento en relación con el rol de la ciencia en esa aventura transdisciplinar cuyo método Morin esta dedicado a bosquejar.

Es durante esos años que Morin participa también de regreso en Francia de la Fundación “Centre International d´Etudes Bioanthropologiques” espacio tiempo d´Antropologie Fondamentale (CIEBAF) que, 1974 se transformara en el Centre Royaumont pour une Science de l´homme. Buena parte de todos aquellos con quienes entrara en contacto en los años anteriores y participan en el coloquio sobre L´unite de L´homme , del cual surge un texto publicado en 1974.

A partir de 1973 Edgar Morin empieza comienza la etapa de plasmación de “El Método”, una obra en proceso durante los últimos veinte años, de la cual se han publicado cuatro tomos: “ La naturaleza de la naturaleza” (1977), “ La vida de la vida” (1980), El conocimiento del conocimiento” (1986) y “Les idees” ( 1991) . El Método, lejos de ser una obra acabada, es un proceso en búsqueda de estrategias viables para un pensar complejo físico-bioantropologico desde una perspectiva científico-filosófico-literaria, que permita una praxis ética en el campo tanto del conocimiento académico como de la praxis social.

Tal es la polémica generada por sus escritos que, repetidamente Morin ha publicado textos que pueden ser considerados meta-textos que intentan clarificar, contextualizar el sentido de su trabajo. Entre ellos destacan a “Avec Edgar Morin”, “a propos de la méthode et conscience de la complexité”, de 1984, “Arguments autour d´une méthodé, de 1990.

En 1973 apareció el paradigma perdido: “ensayo de Bioantropologia”, donde estudia los albores de la humanización, no solo como proceso histórico sino como proceso en curso, inacabado. En 1975 publica el segundo tomo de “L´Esprit du temps”como mostrando una vez mas, como viejos temas anunciaban lo por venir, pero son, al mismo tiempo transformados a la luz de lo posterior en un proceso que ejemplifica su propia visión de los procesos naturales, es decir, fisico-bio-culturales. En 1980 aparece (para salir del siglo XX), un ensayo de política entendido como una actividad epistemológica en el doble sentido de la actividad humana diseñad acorde a nuestro entendimiento, acerca de lo que significa conocer al mundo, pero también de conocimiento del mundo como una actividad política. En 1983 aparece “de la nature de l´URSS”, en 1984 “ Sociologie” y “Le rose et le noir”, en 1987 “Pensar Europa”, en 1989 “Vidal et les Siens” (una interesante evocación de su padre y sus orígenes judeo-sefaradies utilizando una vez mas su experiencia personal para continuar su recorrido intelectual de un modo personal, literario, encarnado). En 1993, finalmente aparece “Tierra Patria”, un estudio macrocultural sobre la planetarización de la experiencia humana a la luz retrospectiva del fin de la guerra fría.

El presente texto es una compilación de ensayos y presentaciones realizadas en 1976 y 1988, los años durante los cuales su método comienza a cobrar forma como estructura articulada de los conceptos. Es una introducción ideal a la obra de este hombre cuya desmesurada curiosidad intelectual y pasión ética evoca aquel apelativo de genio.

El dialogo estimulador del pensamiento que Morin propone a todos los que, ya sea desde la cátedra o los ámbitos más diversos de la practica social, desde las ciencias duras o blandas, desde el campo de la literatura o la religión, se interesa en desarrollar un modo complejo de pensar la experiencia humana, recuperando el asombro ante el milagro doble del conocimiento y del misterio, que asoma detrás de toda filosofía, de toda ciencia, de toda religión, y que a una a la empresa humana en su aventura abierta hacia el descubrimiento de nosotros mismos, nuestros limites y nuestras posibilidades.

Vivimos un momento en el que cada vez más y hasta cierto punto, gracias a estudiosos como Edgar Morin, entedendemos que el estudio de cualquier aspecto dela experiencia humana ha de ser, por necesidad, multifacético. En que vemos cada vez más que la mente humana, si bien no existe sin cerebro, tampoco existe sin tradiciones familiares, sociales, genéricas, étnicas, raciales, que sólo hay mentes encarnadas en cuerpos y culturas, y que el mundo físico es siempre el mundo entendido por seres biológicos y culturales. al mismo tiempo, cuando mas entendemos todo ello, más se nos propone reducir nuestra experiencia a sectores limitados del saber y mas sucumbidos a la tentación del pensamiento reduccionista, cuando no a una seudo complejidad de los discursos entendida como neutralidad ética. Al final de las “Crónicas Marcianas”, Ray Bradbury nos muestra a la única familia sobreviviente de terráqueos, llendo, finalmente, en búsqueda de esos marcianos que los niños hacia tiempo añoraban ver. Atrás habían quedado vicisitudes y catástrofes que habían terminado con el planeta tierra, con los humanos y aunque los niños no lo saben también con los marcianos. Es la escena final la familia, tomada de sus manos, se asoma hacia u desfiladero y el padre anuncia el tan esperado momento, allí están los marcianos: el agua de un canal refleja la imagen de ellos mismos, papá, mamá y los niños, tomados de sus manos. Eso es todo lo que tienen para enfrentar el futuro. Edgar Morin nos invita a una excursión semejante. Cuando nos asomamos a entender el mundo físico, biológico, cultural en el que nos encontramos, es a nosotros mismos a quienes descubrimos y es con nosotros mismos con quienes contamos. El mundo se vera en una dirección ética, solo si queremos ir en esa dirección. Es nuestra responsabilidad y nuestro destino el que esta en juego. El pensamiento complejo es una aventura, pero también es un desafió.

EL PENSAMIENTO COMPLEJO

Hasta mediados del siglo XX la mayoría de las ciencias sociales tenia como modo de conocimiento la especialización y la abstracción, es decir, la reducción del conocimiento de un todo al reconocimiento de las partes que la componen (como si la organización de un todo no produjera cualidades nuevas en realidad con las partes consideradas por separado). Su concepto clave era el determinismo, o sea, la ocultación de la alteridad, la novedad, y la aplicación de la lógica mecánica de la maquina artificial a los problemas del mundo viviente y de la sociedad.

El conocimiento debe, por cierto, utilizar la abstracción, pero tiene también que procurar construirse en relación con el contexto y, por consiguiente movilizar todo lo que el individuo sabe del mundo. La comprensión de datos particulares solo puede ser pertinente para aquellos que ejercitan y cultivan su inteligencia general y movilizan sus conocimientos de conjunto en cada caso particular Marcel Mauss decía: “hay que recomponer el todo”. Es imposible, desde luego, conocer todo acerca del mundo y de sus múltiples transformaciones. Pero por difícil que resulte, hay que intentar conocer los problemas clave del mundo so pena de imbecilidad cognoscitiva. Y ello es tanto mas imperioso cuanto que hoy día el contexto de cualquier conocimiento político, económico, antropológico, ecológico, es el mundo mismo. La era planetaria exige situar todo en ese contexto planetario. El conocimiento del mundo como tal se ha convertido en una necesidad a la vez intelectual y vital. Es un problema que se plantea a todo ciudadano: como tener acceso a las informaciones sobre el mundo y adquirir la posibilidad de articularlas y organizarlas. Para tener esa posibilidad hace falta una reforma de pensamiento.

Es indispensable, por una parte, complementar el pensamiento que aísla con un pensamiento que une. Complexus significa “que está tejido junto”. El pensamiento complejo es un pensamiento que trata a la vez de vincular y de distinguir , pero sin desunir. Por una parte, hay que tratar la incertidumbre. El dogma de un determinismo universal se ha derrumbado. El universo no está sometido a la soberanía absoluta del orden, sino que es el campo de acción de una relación dialógica (relación a la vez antagónica, competitiva y complementaria) entre el orden, el desorden y la organización.

Así, el objetivo de la complejidad es, por una parte, unir (contextualizar y Globalizar) y por otra, recoger el reto de la incertidumbre. ¿De que manera?

LAS TRES TEORIAS

Las “tres teorías” -de la información, la cibernética y los sistemas- nos ofrecen una primera vía de acceso. Esas tres teorías, emparentadas e inseparables, aparecieron a comienzos de los años cuarenta y se han fecundado unas con otras.

La teoría de la información permite entrar en un universo donde a la vez hay orden (redundancia) y desorden (ruido) – y de extraer algo nuevo, es decir la información misma, que pasa a ser entonces organizadora (programadora) de una maquina cibernética. La información que indica , por ejemplo, quien ha sido el vencedor de una batalla, disipa una incertidumbre; la que anuncia una muerte súbita de un tirano aporta lo inesperado y al mismo tiempo, la novedad.

La cibernética es una teoría de las máquinas autónomas. La idea de retroacción, que introduce Norbert Weiner, rompe con el principio de causalidad lineal al introducir la de curva causal. La causa actúa sobre el efecto y viceversa, al igual que en un sistema de calefacción en que el termostato regula el funcionamiento de la caldera. Ese mecanismo llamado de “regulación” permite la autonomía de un sistema, en el ejemplo mencionado la autonomía térmica de una vivienda con respecto a la temperatura exterior. La curva de retroacción llamada feed-back) desempeña el papel de mecanismo amplificador, por ejemplo, en la exacerbación de un conflicto armado. La violencia de un protagonista provoca una reacción violenta que, a su vez, suscita una reacción mas violenta aun. Este tipo de retroacciones, inflacionistas o estabilizadoras, abundan en los fenómenos económico, políticos y psicológicos.

La teoría de los sistemas hecha las bases de un pensamiento de la organización. La primera lección sistemática es que “el todo es más que la suma de sus partes”. Ello significa que existen cualidades emergentes, es decir que nacen de la organización de un todo, y que pueden retroactuar sobre las partes. Así el agua tiene cualidades emergentes en relación con el hidrógeno y el oxigeno que la constituyen. Por otra parte, el todo es menos que la suma de las partes, pues las partes pueden tener cualidades que están inhibidas por la organización del conjunto.

LA AUTOORGANIZACIÓN

A estas tres teorías, hay que agregar el desarrollo conceptual aporto por la idea de autoorganización. Aquí deben mencionarse cuatro nombres: Von Neumann, Von Foerster, Atlan y Prigogine.

En su teoría de los autómatas autoorganizadores, Von Neumann se interrogó sobre la diferencia entre las máquinas artificiales y las “máquinas vivientes”. Señalo esta paradoja: los elementos de las máquinas artificiales, perfectamente fabricados y bien terminados, se degradan en cuanto la maquina comienza a funcionar. En cambio, las máquinas vivientes, compuestas por elementos poco fiables, como las proteínas que se degradan sin cesar, poseen la extraña propiedad de desarrollarse y reproducirse, de auto generarse reemplazando precisamente las moléculas degradadas por moléculas nuevas y las células muertas por células vivas. La máquina artificial no puede repararse a si misma; la máquina viviente, en cambio, se regenera constantemente a partir de la muerte de sus células según la fórmula de Heráclito “vivir de muerte, morir de vida”.

La contribución de Von Foerster reside en su descubrimiento del principio de “el orden a partir del ruido” (“order from noise”). Si se agita una caja que contiene cubos con dos caras imantadas dispuestos en desorden, se observa que estos cubos van a constituir espontáneamente un conjunto coherente. Así, habrá bastado un principio de orden la imantación y una energía desordenada para constituir una organización ordenada. Se asiste así a la creación de un orden a partir del desorden.

Atlan, por su parte, ha concebido la teoría del “azar organizador” se observa una relación dialéctica (orden /desorden /organización) en el nacimiento del universo apartir de una agitación calorífica (desorden) en la que, en ciertas condiciones (encuentros por casualidad), principios de orden van a permitir la formación de núcleos, átomos, galaxias t estrellas. Se observa también esta relación dialógica en la aparición de la vida, por los encuentros entre macromoléculas dentro de una especie de curva auto productora que terminara por convertirse en autoorganización viviente. Bajo formas muy diversas y por conducto de innumerables interretroacciones, la relación dialógica entre el orden, el desorden y la organización se encuentra constantemente presente en los mundos físico, biológico y humano.

Prigogine ha introducido también esa idea de organización a partir del desorden, pero de otra forma. En el ejemplo de los torbellinos de Bernard se ve como, a partir de un determinado umbral de agitación y por debajo del umbral, se constituyen y se automaticen estructuras coherentes. Esas organizaciones necesitan ser alimentadas con energía, o sea necesitan consumir, “disipar” energía para mantenerse. Es el caso de ser viviente, este es bastante autónomo para extraer energía de su entorno, e incluso para extraer informaciones e incorporar su organización. Es lo que yo he llamado la autoecoorganización.

El pensamiento de la complejidad se presenta pues como un edificio de varios pisos. La base, formada a partir de tres teorías (información / cibernética y sistema), comporta los instrumentos necesarios para una teoría de la organización. Viene luego un segundo piso con las ideas de Von Neumann, Von Foerster, Atlan y Prigogine sobre la autoorganización. He querido aportar a este edificio elementos suplementarios. En particular, tres principios que son el principio dialógico, el principio de recursión y el principio hologramático.

LOS TRES PRINCIPIOS

El principio dialógico vincula dos principios o nociones antagónicas, que deberían repelerse, pero que son indisociables e indispensables para comprender una misma realidad. El fisico Niels Bohr ha reconocido la necesidad de considerar las partículas físicas a la vez como corpúsculos y como ondas. Pascal afirmó: “Lo contrario de una verdad no es el error, sino una verdad contraria”. Bohr traduce este pensamiento a su manera: “lo contrario de una verdad trivial es un error estúpido, pero lo contrario de una verdad profunda es siempre otra verdad profunda”. El problema consiste en unir nociones antagónicas para concebir los procesos organizadores y creadores en el mundo complejo de la vida y de la historia humana.

El principio de recursion organizativa va más allá del principio de retroacción (feed-back); supera la noción de regulación con la noción de de producción y autoorganización. Es una curva generadora en la cual los productos y los efectos son ellos mismos productores y causantes de lo que produce. Así, nosotros como individuos somos resultado de un sistema de reproducción que se remonta al origen de los tiempos, pero ese sistema soló puede reproducirse si nosotros mismos nos transformamos en productores apareándonos. Los individuos humanos producen la sociedad en y por sus interacciones, pero la sociedad, como totalidad resultante, produce la humanidad de esos individuos al brindarles el lenguaje y la cultura.

Por ultimo, el tercer principio hologramático pone de manifiesto la aparente paradoja de ciertos sistemas donde no sólo la parte está en el todo, sino que el todo está en la parte: la totalidad del patrimonio genético esta presente en cada célula individual, al igual que el individuo es una parte de la sociedad, pero la sociedad está presente en cada individuo como un todo, a través de su lengua, su cultura y sus normas.

CONCLUSIÓN


Podemos comprobar, pues, que el pensamiento de la complejidad no es en modo alguno un pensamiento que expulsa la certidumbre para remplazarla por la incertidumbre, que expulsa la separación para incluir la inseparabilidad, que expulsa la lógica para permitirse todas las transgresiones. El planteamiento consiste, por el contrario, en efectuar un ir y venir incesantemente entre certidumbre e incertidumbres, entre lo elemental y lo general, entre lo separable y lo inseparable. No se trata de abandonar los principios de la ciencia clásica (orden, separabilidad y lógica) sino de integrarlos en un esquema que es a la vez más vasto y más rico, tampoco se pretende oponer el holismo global y vació a un reduccionismo sistemático. Se trata, en cambio, de vincular lo concreto de las partes a la totalidad. Hay que articular los principios de orden y desorden, de separación y de unión, de autonomía y de dependencia, que son a la vez complementarios, competidores y antagónicos, en el seno del universo.


Para resumir, el pensamiento complejo no es lo opuesto al pensamiento simplificante, sino que lo integra; como diría Hegel, opera la unión de la simplicidad y la complejidad, e incluso, hace aparecer finalmente su propia simplicidad. En efecto, el paradigma de complejidad puede enunciarse tan sencillamente como el de la simplicidad: mientras este ultimo impone separar y reducir, el paradigma de complejidad preconiza reunir, sin dejar distinguir.


El pensamiento complejo es, esencialmente, el pensamiento que integra la incertidumbre y es capaz de concebir la organización. Que es capaz de reunir, contextualizar, globalizar, pero reconociéndolo singular y lo concreto.

BIBLIOGRAFÍA


La Méthode

*El Método I; La naturalezade la naturaleza, Seuil, Paris,1977. Trad. Ana Sánchez, Cátedra Madrid, 1981.

*El Método II, la vida de la vida, Seuil, Paris, 1980. Trad. Ana Sánchez, Cátedra, Madrid, 1983.

*El Método III, El Conocimiento del Conocimiento, Seuil, Paris, 1986, Trad. Ana Sánchez, Cátedra, Madrid, 1988.


*El Método IV, Las ideas, Seuil, Paris, 1991, Trad. Ana Sánchez, Cátedra, 1992


Complexus

*Sociología, Fayard, 1984, trad. Jaime Tortella Caseres, Tecnos , Madrid, 1995.


*
Introducción al pensamiento Complejo, ESF, Paris, 1990, Trad. Marcelo Pakman, Gedisa, Darcelona, 1994.

martes, 6 de noviembre de 2007

ARTÍCULO sobre los niños


Todos los niños y niñas


Frei Betto
Adital

Todos los niños quieren la paz en el mundo, pero no todos son educados libres de la óptica de la discriminación, del prejuicio, en condiciones de aceptar, como dotados de igual dignidad, a blancos, negros, amarillos e indígenas.
A todos los niños les gusta hablar con Dios, pero no todos aprenden que Dios ama, sin distinción, a musulmanes, judíos, cristianos, adeptos al candomblé, seguidores de Arnaz, e incluso al que no cree.
Todos los niños necesitan jugar, pero no todos los padres están en condiciones de evitar que se encaminen por la senda del trabajo precoz, de la mendicidad, de la explotación sexual, de los caminos del crimen.
A todos los niños les entusiasma perder tiempo con sus amigos y amigas, pero algunos se convierten en adultos antes de tiempo, debido a la sobrecargada agenda impuesta por la familia, con clases desde ballet a natación, de música e idiomas, sin poder meterse nunca en el barro. O, empobrecidos, son obligados a luchar desde muy pronto por la supervivencia.
Todos los niños están dotados de una inconmensurable fantasía, pero muchos no tienen sueños propios porque delegaron en la tv el derecho de imaginar por ellos. De ese modo crecen saturados de (des)informaciones que no procesan, vulnerables en su código de valores y confundidos en cuanto a los principios éticos que deben abrazarse.
Todos los niños son generosos, pero no siempre tienen quien les enseñe a compartir lo que acumulan en los armarios, en la despensa y en el corazón.
Todos los niños necesitan mucho amor, pero no todos conocen a alguien que preste atención a lo que dicen y hacen, pasee con ellos los fines de semana, evite cambiar el cariño oculto por regalos y promesas.
A todos los niños les encantan los dulces, pero no todos son educados para apreciar las frutas y verduras, evitando desde muy chicos llenarse la boca de lo que les falta en el corazón.
A todos los niños les encanta escuchar historias, pero no todos conocen a alguien que se preocupe por contarles el mundo de caperucita o a leerles los textos sagrados.
Todos los niños imitan a los adultos que admiran, pero no todos aprenden a conocer a Jesús y a Francisco de Asís, a Gandhi y al Che Guevara, y crecen cautivados con el exterminador del pasado, del presente y del futuro.
Todos los niños están sedientos de alegría, pero ¿cómo esperar que sonrían si los adultos discuten ante ellos o manifiestan su racismo, su odio o su afán por ganar dinero y bienes?
Todos los niños desconocen la muerte como amenaza real, y ninguno de ellos se propone matar a un semejante, fabricar o comercializar armas, bombardear poblaciones civiles. Si un niño roba, se droga o mata es porque el mundo de los adultos le condenó a ser el reverso de sí mismo.
A todos los niños les encanta soñar, pero si no encuentran por el camino a alguien que infle sus sueños, cual un globo que vuela rumbo a la utopía, corren el peligro de buscar en la química de las drogas lo que les falta en autoestima.
Todos los niños están convencidos de que, entregado en sus manos, el mundo sería mucho mejor, pues ninguno de ellos soporta ver a su semejante con hambre, en la miseria o víctima de guerras.
Todos nosotros debiéramos cultivar en adelante la criatura que fuimos un día.


[Autor de la obra infanto-juvenil "La niña y el elefante", entre otros libros].
Traducción de J.L.Burguet
http://www.adital.com.br/site/noticia.asp?lang=ES&cod=30389

tomado de : http://www.rebelion.org/noticia.php?id=58609