miércoles, 31 de octubre de 2007

PONENCIA sobre nuevas técnologías

La construcción del conocimiento y las nuevas tecnologías
Por: Israel Hernández Ceballos
Mayo, 2006



“En la profesión tan peculiar de llegar al fondo de los problemas de la educación, se tiene que volver a un método artesanal, un poco medieval, que implica una relación entre maestro y discípulo. En la medida que un maestro es capaz de asombrarse y transmitir el sentido de asombro a su alumno, es un buen maestro”
Dr. Pablo Latapí Sarre


Recientemente el constructivismo, como método psicopedagógico, ha tenido auge en la educación en nuestro país como una tendencia tardía a las influencias europeas; no obstante, el desempeño docente ha puesto de manifiesto el desconocimiento de este método por parte de los mismos, dejando mucho que desear en los resultados obtenidos hasta el momento.

El constructivismo es un proyecto que involucra directamente a los principales actores del proceso enseñanza-aprendizaje, es decir, al docente y al alumno; surge como un planteamiento psicopedagógico que intenta aprovechar al máximo la capacidad de los individuos para poder interpretar su realidad. Esto implica un trabajo organizado y bien delimitado, sin dejar a un lado los objetivos; éstos tratarán de involucrar al alumno, a través de diversas técnicas, para que ellos mismos exploren los contenidos que puedan ser más importantes dentro de su propia realidad.

La teoría del constructivismo parte de que un grupo de individuos construya y/o genere su propio conocimiento a partir de los saberes previos que posee acerca de un determinado tema; teniendo en cuenta sus características y capacidades, que van desde la edad, experiencias, hasta la cultura y el acceso a servicios y tecnologías, con la finalidad de lograr un nivel homogéneo. Una vez reunidas dichas características y capacidades es posible iniciar con el planteamiento de los objetivos que se intentarán alcanzar a través de la experiencia educativa.

El constructivismo, contrario al conductismo, es flexible ante las estrategias de enseñanza que se utilicen para hacer impactante en el alumno situaciones que le permitan extraer conocimientos que le ayudarán a alcanzar los objetivos. Lo más interesante de todo esto es la interacción docente-alumno; ahora el docente tiene un papel propositivo y moderador en el debate que se suscite en el grupo, ahora es visto como un guía o monitor, pero también su participación se ve un tanto limitada a no permitir el desvío de los alumnos durante el recorrido de los tópicos. Se deja atrás esa enseñanza frontal o tradicional para pasar a un diálogo socrático, a un debate o, en este caso, a una instrucción a distancia donde el contacto entre quien enseña y quien aprende se realiza mediante mensajes transmitidos por diversos medios, en ocasiones con desfases en el tiempo.

Pero retomemos el punto anterior y veamos que aquél es, precisamente, el inicio del “conflicto” entre docente y alumno bajo esta modalidad, ya que la premisa es que el alumno obtenga conocimientos a través de un proceso experimental con ejemplos sacados de su vida cotidiana, o bien, producto de un proceso de meditación el cual pueda contrastar posteriormente con la realidad, teórica o tangible. Es decir, el alumno construirá su conocimiento a partir de su cotidianeidad, de la relación con los diferentes grupos: familia, amigos, entre otros.

Por supuesto que iniciar con un enfoque tan ambicioso requiere contar con los elementos que permitan al docente desarrollar plenamente su clase, una vez cumplidas las características del grupo, la posibilidad de integración necesaria y sobre todo tiempo, ya que el construir conocimientos no deberá limitarse por este factor, pues se debe considerar que no todos los individuos tienen un ritmo de avance similar, se ven limitados por sus aptitudes, destrezas y habilidades, y requerirán atención especial; he aquí donde el docente tendrá que mostrar sus dotes de profesionista para evitar una posible separación temporal de aquellos alumnos más atrasados en el proceso y no permitir que se vea frustrada la finalidad de la experiencia educativa. Debe lograr la conformación de un grupo donde todos se involucren y tengan consciencia de que todos son responsables de lo que se vaya a aprender; inculcarles los valores de responsabilidad, respeto, tolerancia, al mismo tiempo que se les enseñe a ser críticos, reflexivos, analíticos, activos, participativos, cooperativos. En otras palabras, el trabajo con los alumnos debe ser colaborativo, y en cuyo escenario converjan diferentes estrategias tanto de enseñanza como de aprendizaje, a fin de abordar un objetivo temático desde distintas perspectivas.

Por lo anterior es que de debe contar con docentes que estén involucrados 100% con el grupo, pues se deben observar los avances logrados y con ello se deberá presentar una nueva forma de evaluación de contenidos, que incluirá la utilización de diferentes instrumentos como las listas de cotejo, en la que se evalúan productos; las guías de observación, que evalúan desempeños; las propias autoevaluaciones y las coevaluaciones; además de las escalas valorativas y las rúbricas.

¿Y Sociología SEA de la UV será compatible con las nuevas tecnologías?

En la actualidad, y bajo la propuesta de volcar la educación superior hacia un modelo en el que el uso de las nuevas tecnologías sean la herramienta básica de la pedagogía cognitiva, se establece un espejo de la premisa de la “sociedad cuantitativa” en la que se han convertido las sociedades modernas (más máquinas, más tecnologías, más ganancias, más información, etc.), como si la solución a todos los problemas de nuestra sociedad dependiera exclusivamente de aumentar todo en cantidad y a menor costo (más matrícula, más contenidos, más cursos, más bibliografía, menos edificios, menos docentes, menos insumos mobiliarios, etc.), creando así una nueva atmósfera en la que la nueva psicología social será que el problema educativo mejorará abriendo más espacios para los aspirantes, aunque con una moralidad y una ética menos sólida.


A pesar de las continuas declaraciones que insisten en la necesidad de superar el verbalismo, toda la estructura de las prácticas educativas sigue sosteniéndose sobre la creencia de que la palabra es la única forma en la que se puede adquirir el conocimiento; con esto se hace entender al alumno que aquella pedagogía de exposición del docente y aquello que se plasma en los textos es la fuente básica cognitiva, el saber único, dejando muy latente la idea de que la experiencia propia nada tiene que ver con la adquisición de conocimientos, con ello se deja fuera toda posibilidad de interacción con nuestro entorno y con nuestros semejantes y, sobre todo, enterrando todas nuestras habilidades del pensamiento crítico.

Es verdad que las nuevas tecnologías nos han abierto una enorme ventana hacia fuentes más vírgenes de pensamiento, nuevos puntos de vista y hasta nuevas maneras de manipulación de entes imperialistas que pueden tener el control sobre la información que es vertida en los medios, pero al mismo tiempo, vemos que este abanico de posibilidades desdibuja la posibilidad de encontrar por cuenta propia verdaderas formas de interacción con la realidad, regresando de esta manera a la vieja práctica del docente “dictatorial”, pero ahora mediando una pantalla.

Esto sin enfocarnos a la factibilidad de que todos los integrantes de esta red tengan el acceso a los recursos que mencionan estas nuevas tecnologías (teléfono, computadora, internet y membresías a fuentes prestigiadas de documentación), sobre todo por la situación económica de la gran mayoría de los estudiantes de esta facultad. Y peor aún, pensando en la implementación en un sistema de educación abierto, en el cual los asistentes generalmente tienen otro tipo de compromisos sociales y probablemente esto les niegue la posibilidad de contacto en otro momento que no sea el fin de semana que por tradición han destinado a su educación.

¿Cómo podríamos formar a un estudiante del área humanística bajo la frialdad de documentos electrónicos y foros de discusión interpersonales por diversos medios, si la realidad del sociólogo es la capacidad de debatir y sus modelos principales son el individuo y la sociedad? ¿Cómo será posible activar ese contacto limitándolo al brillo de una pantalla que despejará las dudas sobre la organización básica de nuestro entorno social y posiblemente no en tiempo real? Habría que considerar que uno de los objetivos de la carrera de Sociología dice:

“Formar profesionales capaces de:… Desarrollar conocimientos, habilidades y actitudes que le permitan: a) La apropiación de valores intelectuales, humanos, sociales, culturales y artísticos; b) Un pensamiento lógico, crítico; c) El establecimiento de relaciones interpersonales con tolerancia y respeto a la diversidad cultural y étnica; d) Un óptimo desempeño fundado en conocimientos básicos e inclinación y aptitudes para la autoformación permanente.”

Dentro del perfil del egresado, se encuentran las siguientes características:

“- Habilidad para la comunicación y para establecer relaciones interpersonales.
- Capacidad para organizar actividades grupales orientadas a la obtención de beneficio social.
- Sensibilidad para participar en la búsqueda de alternativas de solución a los múltiples problemas sociales.”

Por supuesto que estos atributos corresponden meramente al estudiante, y que en ningún momento es responsabilidad completa de la institución que éste logre dichas características, pero ¿cómo poder orientar a un alumno que no presente estas cualidades si se le priva al docente del contacto directo con el estudiante y de poder observar su evolución? Definitivamente NO a través de un examen de evaluación estandarizado que le permita al alumno recurrir a la fuente original para responderlo; o sea, inculcarle el espíritu de investigación, la búsqueda de soluciones a problemas de la vida cotidiana.

No obstante, debemos apreciar que la utilización de las nuevas tecnologías pueden contribuir sustancialmente al desarrollo de la disciplina del sociólogo al utilizarse meramente como un instrumento más para la construcción de conocimientos, sobre todo como un medio de consulta de información que es requerida para los análisis cuantitativos de nuestro entorno social y que ahora son presentados de manera muy práctica a través de los medios. Pero su utilización también provocaría un aumento en masa del consumismo a estas tecnologías, ya que se crea la necesidad en el estudiante de buscar más recursos de este tipo y que son operados con la finalidad de crear un vínculo de dependencia directa, como comprar computadora con capacidades multimedia o de última generación en el mercado, impresora, suscripciones a proveedores de internet (que en la gran mayoría de los casos no tienen cobertura en localidades de la región), membresías a bibliotecas, revistas y publicaciones electrónicas. Esto por la necesidad de documentarse en la asignatura correspondiente, ya que sería imposible hacer ediciones electrónicas de publicaciones en las que los derechos de autor no pertenecen a la Universidad.

No se cuestiona la capacidad de infraestructura tecnológica de la Universidad para poder emprender un proyecto de esta magnitud, para elaborar los sitios adecuados y “levantar” los contenidos de manera digital, para poder elaborar videoconferencias y foros virtuales de debate o presentarnos escenarios virtuales de la región. Lo que se debería cuestionar es si existe la capacidad por parte de los estudiantes para integrarse a estos recursos, si no son limitaciones el dominio correcto de este tipo de tecnologías y, sobre todo, si estos escenarios que se plantearán no reducirán sustancialmente la capacidad de investigación cualitativa del docente y del alumno.

Además, este asomo de análisis nos acerca más a una educación en la que la premisa resultaría ser la cantidad y no la calidad; porque, si bien es cierto que es urgente que la institución cree nuevos espacios para alcanzar las demandas de la población, también es cierto que no se pueden abrir estos espacios sólo por ese requerimiento, sino que se debe conservar la capacidad de evocar los principios de calidad educativa para realmente producir profesionistas que contribuyan en el desarrollo de nuestra región, en particular, y de México, en general.

De esta guisa educativa, se debe valorar primeramente sentar los espacios necesarios para el desarrollo correcto de toda la estructura académica y administrativa de nuestra máxima casa de estudios; reforzar y corregir debilidades con el apoyo de las nuevas tecnologías. No acceder a requerimientos de modernización dictados por otras instituciones que han dado ese gran paso y en las que posiblemente ésta haya sido la única alternativa que tuvieron de crecimiento.

De ninguna manera es reemplazable la labor del docente en el proceso enseñanza-aprendizaje, para ello se debe invertir en nuevas tecnologías psicopedagógicas y actualizar las ya existentes. Así, cuando una de las pretensiones de la educación universitaria es formar al estudiante para el pensamiento científico, en el que una de las características esenciales es la experimentación, se le debe ayudar a lograr este cometido, brindando la posibilidad del desarrollo humano tal y como lo requiere en esencia esta carrera y no induciéndolos a creer sólo en lo ya dicho por la modernidad (por otras instituciones, modelos u otras fuentes), obligándolo a aceptar las cosas por el principio de autoridad y no por el de verificación y comprobación, que es lo que rige a las ciencias.

En palabras del Dr. Pablo Latapí: “modernizar la educación pública, no consiste en llenarla de computadoras, en agilizar su operación con modelos de eficiencia y calidad, y en romper el entramado de rutinas que se resisten a los cambios. Su modernización consiste en capacitarla para pensar, pues son ministerios del futuro cuya función fundamental es filosofar sobre el ser humano”.

Lo que esperamos de nuestra Universidad, es un lugar en donde realmente el futuro sociólogo pueda encontrar un espacio de crecimiento, apertura, experiencia y praxis social, un espacio en donde aprender a percibir nuestra realidad a través del contacto con ella, mismo que dará muchas satisfacciones a esta casa de estudios en un corto plazo, y en el que aún faltan muchas cosas por construir, sobre todo, una verdadera conciencia social.

Es así como se concibe al sociólogo que demanda la sociedad: abierto a toda crítica, flexible a las necesidades de los diferentes grupos sociales, imparcial ante los conflictos, tenaz para lograr un cambio; pero siempre considerando la axiología como uno de los ejes rectores de su formación.


Mesografía

- Carretero, Mario.
Constructivismo y educación, Aique, Argentina, 1993.
- Díaz Barriga, Frida y otro
Estrategias docentes para un aprendizaje significativo, una interpretación constructivista, McGraw-Hill, México, 1998.
- Revista Digital Universitaria.
Un concurso multidisciplinario, la investigación educativa, Semblanza del Dr. Pablo Latapí Sarre, UNAM, Volumen 1, número 0, México, marzo de 2000. Consulta electrónica en: http://www.revista.unam.mx/vol.0/sembla2/latapi.html
- Tonucci, Francesco.
Con ojos de maestro, Editorial Troquel, Argentina, 1995.
- Vázquez Chagoyán, Ricardo
Observatorio Ciudadano de la Educación, Colaboraciones Libres, Volumen V, número especial (1), México, octubre de 2005

jueves, 25 de octubre de 2007

ENSAYO sobre el amor


MEDITACIONES
SOBRE EL AMOR


Gonzalo A. Reyes
Lic. en Comunicación y Periodismo, UNAM


Para que pueda ser he de ser otro,
salir de mí, buscarme entre los otros,
los otros que nos son si yo no existo,
los otros que me dan plena existencia

Octavio Paz

“Amor es un divino arquitecto que bajó al mundo- según Platón- a fin de que todo el universo viva en conexión”
Cita Ortega y Gasset en las Meditaciones del Quijote.
Prosigue:

“Lo inconexo es el aniquilamiento. El odio que fabrica inconexión, que aísla y desliga, atomiza el orbe y pulveriza la individualidad. Entre las varias actividades del amor sólo hay una que pueda yo pretender contagiar a los demás: el afán de comprensión. Llámese en un diálogo platónico a este afán de comprensión “locura de amor”. Pero aunque no fuera la forma originaria, la génesis y culminación de todo amor un ímpetu de comprender las cosas, creo que es su síntoma forzoso. Hay en el afán de comprender concentrada toda una actitud religiosa. Y, por mi parte, he de confesar que, a la mañana, cuando me levanto, recito una brevísima plegaria, vieja de miles de años, un versillo del Rig-Veda, que contiene estas pocas palabras aladas: “! Señor, despiértanos alegres y danos conocimiento ¡” Preparado así me interno en las horas luminosas o dolientes que trae el día. ¿Es, por ventura, demasiado oneroso este imperativo de la comprensión? ¿No es, acaso, lo menos que podemos hacer en servicio de algo, comprenderlo? En este sentido considero que la filosofía es la ciencia general del amor; dentro del globo intelectual representa el mayor ímpetu hacia una omnímoda comprensión. Tanto que se hace en ella un matiz de diferencia entre el comprender y el mero saber ¡Sabemos tantas cosas que no comprendemos! Toda la sabiduría de hechos es, en rigor, incomprensiva, y sólo puede justificarse entrando al servicio de una teoría. La filosofía es idealmente lo contrario de la noticia, de la erudición…”
Para un hombre como Francis Bacon, por el contrario, en Ensayos sobre la moral y política, el amor es una debilidad y un poco más:
“Se debe observar que entre los grandes hombres, nos dice, tanto antiguos como modernos, cuya memoria ha llegado hasta nosotros, no se encuentra ninguno que se haya entregado con exceso a los transportes de un amor insensato; lo cual parece probar que las grandes almas y los grandes negocios son incompatibles con esa debilidad”
“Para juzgar a qué excesos puede conducir al hombre esta pasión insensata, y de qué modo lleva a no apreciar bien la naturaleza y la realidad de la cosas, basta considerara que el uso perpetuo de la hipérbole (figura siempre exagerada) conviene únicamente al amor. Y esta exageración no sólo se halla en las expresiones de los enamorados, sino que está también en sus ideas. Aunque se dice con fundamento que el adulador por excelencia es nuestro amor propio, un enamorado es un adulador cien veces peor, porque por muy alta idea que tenga de sí el hombre más vanidoso, nunca puede aproximarse a la que tiene el enamorado de la persona amada. Así, pues, han tenido razón en decir que es imposible ser sabio y estar enamorado”.

Ortega y Gasset nos reitera que:
Ahora bien, el odio es un afecto que conduce a la aniquilación de los valores. Cuando odiamos algo, ponemos entre ello y nuestra intimidad un fiero resorte de acero que impide la fusión, siquiera transitoria, de la cosa con nuestro espíritu. Sólo existe para nosotros aquel punto de ella, donde nuestro resorte de odio se fija; todo lo demás o nos es desconocido, o lo vamos olvidando haciéndolo ajeno a nosotros. Cada instante va siendo objeto menos, va consumiéndose, perdiendo valor. Por el contrario, el amor nos liga a las cosas, aun cuando sea pasajeramente. Aquello que decimos amar se nos presenta como algo imprescindible, es decir, que no podemos vivir sin ello, que no podemos admitir una vida donde nosotros existiéramos y lo amado no- que lo consideramos como una parte de nosotros mismos.

Bacon prosigue:
“Pero no sólo parece ridícula esta debilidad a los que observan sus efectos encontrándose a la sazón de exentos de ella, sino que lo parece más todavía a la persona amada, cuando el amor no es reciproco, porque el amor es correspondido o con reciprocidad o con secreto desprecio: razón de sobra para estar siempre en guardia contra esa pasión que nos hace perder no sólo las demás cosas sino hasta ellas mismas. Cualquiera que se entrega al amor, renuncia a con esto a la fortuna y a la sabiduría…Las épocas en que esta pasión tiene su crecimiento son las de nuestra debilidad, como ocurre cuando nos vemos muy prósperos o abatidos. Estas dos son por lo común las situaciones que encienden o avivan el fuego del amor, lo cual demuestra suficientemente que es hijo de la locura…”
Voltaire, en Cartas filosóficas y otros escritos, nos dice:

“Hay tantas clases de amor que no sabemos a cuál de ellas hacer referencia para definirlo. Se llama falsamente amor al capricho de algunos días, a una relación ligera, a un sentimiento al que no acompaña el aprecio, a una costumbre fría, a una fantasía novelesca, a un gusto al que sigue un rápido disgusto; en una palabra, se da ese nombre a una amistad de quimeras. Si algunos filósofos tratan de examinar a fondo esta materia poco filosófica, que estudien el banquete de Platón, en el que Sócrates, amante honesto de Alcuzades y de Agatón, conversa con ellos sobre la metafísica del amor. Lucrecio habla del amor físico, y Virgilio sobre las huellas de Lucrecio. El amor es un tela que borda la imaginación ¿Quieres formarte una idea de lo que es el amor? Contempla los gorriones y los palomos que hay en tu jardín, observa el toro que se aproxima donde está la vaca, y al soberbio caballo que dos criados llevan hasta la yegua que apacible le está esperando; pero no le envidies, porque debes comprender las ventajas de la naturaleza humana. Ningún animal, excepto el hombre, siente inflarse su corazón, al mismo tiempo que se excita la sensibilidad de todo su cuerpo, sobre todo los labios gozan de una voluptuosidad que no fatiga. Además ésta en cualquier época del año puede entregarse al amor; y los animales tienen su tiempo prefijo”.

Erich Fromm nos plantea una interrogante en el Arte de amar:

Ese deseo de fusión interpersonal es el impulso más poderoso que existe en el hombre. Constituye su pasión fundamental, es la fuerza que sostiene a la raza humana, al clan, a la familia y a la sociedad. La incapacidad para alcanzarlo significa insania o destrucción- de sí mismo o de los demás-. Sin amor, la humanidad no podría existir ni un día más. Sin embargo, si llamamos “amor” al logro de la unión interpersonal, nos vemos frente a una seria dificultad. La fusión puede lograrse en distintas formas- y las diferencias no son menos significativas que tienen de común las diversas formas de amor-. ¿Deberíamos llamar amor a todas ellas? ¿O tendríamos que reservar la palabra amor únicamente para una forma específica de unión?
En conclusión, nos dice que el amor es una experiencia personal y que es imposible definirle, si acaso definimos las relaciones simbióticas o dependientes, caracterizadas por el masoquismo y el sadismo tanto físico como mental. Según esto, todo lo que se encuentre alejado de este tipo de relaciones se encuentra cerca de los que puede ser el amor. Pero, si el amor es un arte necesariamente necesita de una técnica, un método, pero, el amor quizá está muy lejos de poseer algo así. En un mundo cuya dinámica es el intercambio condicionado por el interés, no es raro que el plano humano se vea afectado, las personas somos objetos en lugar de sujetos, al tratarnos como cosas hemos pasado a ser meras cosas, nos cosificamos los unos a los otros, si se quiere llamar nos hacemos productos para el mercado de la personalidad, la practicidad y utilidad. Todas las relaciones en el mundo capitalista están manchadas en este origen, dañadas en su raíz. No creo que el hombre haya perdido su capacidad de asombro, por el contrario, creo que ya pocas cosas hay que le asombren, Toda la intimidad del ser humano se ha vuelto pública, vivimos en el escarnio de nosotros mismos, perdidos, como decía Gorostiza, en este páramo de espejos. Tanto el hombre como la mujer, negación y complemento, son seres ajenos ellos mismos, por lo mismo seres encarcelados en sus propias creaciones, nos son libres, aún no han aprendido a ser libres, no se autodeterminan, viven determinados. Sin duda, en nuestra sociedad la experiencia del amor se da únicamente en la alteridad, el amor es contracultural, es contra institucional, está fuera de la sociedad establecida, también es un ser ingente, un hacer interminable, un condenado de la tierra; su desgracia viene de denunciar la hipocresía de la sociedad, su falsa realidad objetiva, su falsa realidad social. Necesario se hace el revivir a un hombre Kant y lo que decía sobre los fines y los medios, cada persona es un fin en sí misma, no un medio para los fines de los demás o de un grupo o una persona, si nos tratamos como medios los más fuertes e inteligentes esclavizaran a los débiles e ignorantes.

Octavio Paz en la Dialéctica de la soledad nos dice:

“En nuestro mundo el amor es una experiencia casi inaccesible. El amor no es un acto natural. Es algo humano y, por definición, lo más humano, es decir, una creación, algo que nosotros hemos hecho y que no se da en la naturaleza. Algo que hemos hecho, que hacemos todos los días y que todos los días deshacemos. El amor es elección. Libre elección, acaso, de nuestra fatalidad, súbito descubrimiento de la parte más secreta y fatal de nuestro ser. Pero la elección amorosa es imposible en nuestra sociedad. Para realizarse, el amor necesita quebrantar la ley del mundo. La concepción romántica del amor, que implica ruptura y catástrofe, es la única que conocemos porque todo en la sociedad impide que el amor sea libre elección. La mujer vive presa en la imagen que la sociedad masculina le impone; por lo tanto, sólo puede elegir rompiendo consigo misma. “El amor la ha transformado, la ha hecho otra persona”, suelen decir de las enamoradas. Y es verdad: el amor hace otra a la mujer, pues si se atreve a amar, a elegir, si se atreve a ser ella misma, debe romper esa imagen con que el mundo encarcela su ser. El hombre tampoco puede elegir. El círculo de sus posibilidades es muy reducido. Niño, descubre la feminidad en la madre o en las hermanas. Y desde entonces el amor se identifica con lo prohibido Por otra parte, la vida moderna estimula innecesariamente nuestra sensualidad, al mismo tiempo que la inhibe con toda clase de interdicciones -de clase, de moral y hasta de higiene-. La culpa es la espuela y el freno del deseo. Todo limita nuestra elección. Estamos constreñidos a someter nuestras aficiones profundas a la imagen femenina que nuestro círculo social nos impone. Es difícil amar a personas de otra raza, de otra lengua o de otra clase, a pesar de que no sea imposible que el rubio prefiera a las negras y éstas a los chinos, ni que el señor se enamore de su criada o a la inversa. Semejantes posibilidades nos hacen enrojecer. Incapaces de elegir, seleccionamos a nuestra esposa entre las mujeres que nos “convienen”. Jamás confesaremos que nos hemos unido -a veces para siempre- con una mujer que acaso no amamos y que, aunque nos ame, es incapaz de salir de sí misma y mostrarse tal cual es. La frase de Swan: “Y pensar que he perdido los mejores años de mi vida con una mujer que no era mi tipo”, la pueden repetir, a la hora de su muerte, la mayor parte de los hombres modernos. Y las mujeres”.
Prosigue:

“La sociedad concibe el amor, contra la naturaleza de este sentimiento, como una unión estable y destinada a crear hijos. Lo identifica con el matrimonio. Toda transgresión a esta regla se castiga con una sanción cuya severidad varía de acuerdo con tiempo y espacio. La protección impartida al matrimonio podría justificarse si la sociedad permitiese de verdad la elección. Puesto que no lo hace, debe aceptarse que el matrimonio no constituye la más alta realización del amor, sino que es una forma jurídica, social y económica que posee fines diversos a los del amor. La estabilidad de la familia reposa en el matrimonio, que se convierte en una mera proyección de la sociedad, sin otro objeto que la recreación de esa misma sociedad. De ahí la naturaleza profundamente conservadora del matrimonio. Atacarlo, es disolver las bases mismas de la sociedad. Y de ahí también que el amor sea, sin proponérselo, un acto antisocial, pues cada vez que logra realizarse, quebranta el matrimonio y lo transforma en lo que la sociedad no quiere que sea: la revelación de dos soledades que crean por sí mismas un mundo que rompe la mentira social, suprime tiempo y trabajo y se declara autosuficiente. No es extraño, así, que la sociedad persiga con el mismo odio al amor y a la poesía, su testimonio, y los arroje a la clandestinidad, a las afueras, al mundo turbio y confuso de lo prohibido, lo ridículo y lo anormal. Y tampoco es extraño que amor y poesía estallen en formas extrañas y puras: un escándalo, un crimen, un poema…”

Hemos citado diversos puntos de vista de filósofos, escritores, psicólogos y demás con el afán de entrever entre todas las reflexiones una luz que nos oriente en nuestro camino. Diversos, como hemos visto, son los puntos de vista, sin embargo, hay que situar a cada uno en su contexto. Me quedo con las reflexiones de Ortega, Fromm y Paz, me parece que son acertadas en cuanto al contexto que vivimos. La comprensión, como bien dijo mi maestro Joel Paredes, únicamente viene del arte, y si el amor es un arte necesita de la comprensión, la comprensión es un estado de alteridad, un estado alterno, un mundo aparte en el mismo mundo, quizá un verdadero mundo. Siempre del otro lado se encuentra la rebeldía, la insurrección, el espíritu del inconforme que no quiere ir a lugar alguno sino más que otra cosa vivir. El amor no es la negación de la vida, es la afirmación de la existencia, es el sentido, como diría Nietzsche- de la tierra. Por lo demás cabe señalar que existen muchísimos autores que nos hablan del amor y de sus posibles definiciones. Es, sin duda, complicado tocar un tema tan espinoso, hablar o escribir sobre el amor es sobre manera peligroso, porque si algo el ser humano no ha podido definir, comprender y aprender cabalmente es, sin duda, el amar, el saber amar.

No creo, sinceramente, que en un futuro lejano, cercano o próximo podamos definir lo que es el amor, quizá hemos descubierto el camino que nos lleva hasta él, pero sabemos también que para recorrer ese camino hay dejar cosas atrás porque éste es muy estrecho y pocos pueden caminarlo. Quizá tenemos que redefinirnos, resignificarnos, reeducarnos principalmente para poder tener la capacidad de respetarnos, ya que opino que el amor no es cuestión de géneros. Quizá el amor está muy lejos de todas las reflexiones que los hombres han llegado ha concebir hasta hoy, quizá el mismo reflexionar nos ha llevado a problematizar algo esencialmente humano, tal vez lo más humano que tenemos, lo que nos significa y nos da sentido en nuestro camino por el universo.


domingo, 21 de octubre de 2007

ENSAYO sobre Michel Foucault: Las palabras y las cosas


Un cómico encuentro con Foucault

Por Israel Hernández Ceballos
alumno de la Universidad Veracruzana
2007


“En algún punto perdido del universo,
cuyo resplandor se extiende a innumerables sistemas solares,
hubo una vez un astro en el que unos animales
inteligentes inventaron el conocimiento.
Fue aquel el instante más mentiroso
y arrogante de la historia universal.”
Ikram Antaki



Introducción

Existen autores a los que inmediatamente podemos tildar como exquisitos, ese sería el caso de Foucault, un pensador que nos abandonó hace dos décadas y que hoy continua revelándose con fuerza entre los más destacados círculos académicos. Su rebeldía ante la razón, sus infidelidades a la naturaleza del poder por su frustrada identidad y sus pretenciosas manifestaciones contra las verdades biológicas rompieron la tregua que nos dejaba deambular en este mundo, con supina ignorancia, disfrutando los placeres de la vida.

Ese fue Michel Foucault, un ser humano que no nos permitiría volver a la práctica del razonamiento sin dudar mil veces de nuestra verdad, a costa de la verdad de los demás.


El Preámbulo

El problema que yo apenas vislumbraba la tarde en que inicié el ensayo, mientras permanecía de pie, inmóvil entre el polvo, las sombras y los olores de aquel viejo y encerrado escritorio mío, era que ser un urbanícola progresista, escéptico y tecnológicamente desarrollado de principios del siglo XXI me incapacitaba para tomar en consideración cualquier cosa que quedara fuera del ámbito de los cinco sentidos. En aquel momento, la vida para un todólogo como yo, sólo era un complejo sistema de ideas redundantes en la mente para el cual no existían manuales. Es decir, que, aquella tarde, yo era de los que creían que vivir era aprender cada día a manejar tu propio e inestable espacio aprovechando cada oportunidad de exprimir los pensamientos de los demás, reordenarlos y darle coherencias propias sin posibilidad de asistir a cursillos previos ni tiempo para pruebas y ensayos. La vida era lo que era y, además, muy corta, así que la mía consistía en mantenerme permanentemente ocupado, sin pensar en nada que no tuviera que ver con lo que llevaba a cabo en cada momento, sobre todo si, como entonces, lo que estaba haciendo era, entre otras cosas, una confrontación con mi próxima calificación.

Recuerdo que me detuve un segundo para contemplar con extrañeza los ajados detalles de aquel libro que, en un tiempo para mí muy lejano (quizá cuarenta años), había resplandecido y vibrado con las luces de grandes mentes. Aún no habían transcurrido por completo las últimas horas de aquel día de finales de diciembre y ya no podía verse el sol por detrás de las cortinas de la habitación, que, aunque clausuradas, gracias a mi necesidad de concentración, estaban a punto de servir de nuevo al que fuera su propósito original, apartarme un momento del mundo. Mirándolo nuevamente ese bloque de papel y tinta, escuchaba el eco de las famosas voces que siempre lo citarían, parecía imposible pensar que él sería la causa de promoción en esta asignatura.

Miré mi reloj. Las manecillas no detenían su perenne circular y me recordaban que no tenía otra opción más que regresar a la realidad e intentar buscar un poco de aire para alcanzar, con un poco de ayuda divina, una chispa que evocara alguna puerta que me permitiera hablar con el susodicho Foucault. 19:30 hrs.

En ese momento descubrí qué era lo que, desde hacía buen rato, me resultaba tan familiar de aquel francés que ponía en jaque mi paso por el tercer semestre. Me senté en el suelo y me puse la portátil entre las piernas mirando la evolución del acceso en la pantalla, y cuando todo estuvo listo, escribí:

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"Foucault, tonto genio rebelde, incapaz de entender a los demás, hacía lo que yo,
apropiarse de las verdades ajenas y mostrar al mundo su propia realidad."
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Feliz con este inicio, di un aplauso para comenzar a sentir un poco de lástima por Foucault y, por ende, conmigo mismo, porque de pronto cai cuenta de que estaba llegando justo al punto que quería comenzar a criticar, y pues él fue quien me lo recordó: “… la semejanza ha desempeñado un papel constructivo en el saber de la cultura occidental. En gran parte, fue ella quien guió la exégesis e interpretación de los textos; la que organizó el juego de los símbolos, permitió el conocimiento de las cosas visibles e invisibles, dirigió el arte de representarlas. El mundo se enrolla sobre si mismo…” ¡Qué perverso!, interiorizar algo tan profundo de forma tan mundana y dando mi verdad sin reglas, sin orden, sin un sustento… fue cuando comencé a entender que lo que realmente quería decirme Foucault era que necesitaba conocer, ¡conocimiento!, eso es lo que me quería dictar.

Necio convenenciero, creí burlarlo con sólo apropiarme de su idea de revolver los contenidos ajenos, y me lo volvía a decir, a él le sucedió lo mismo cuando interpretaba a Borges en su prefacio: “Quizá porque entre sus surcos nació la sospecha de que hay un desorden peor que el de lo incongruente y el acercamiento de lo que nos conviene…” Pero como dije, no dejo de ser un moderno ser urbano, que necesita de la practicidad como refugio y supervivencia a este molesto sistema de recompensas inmediatas.

Me había pillado in fraganti, y no era cuestión de disimular. En un gesto automático ya jalaba mi cabello, me sentí un poco desconcertado, esto dista muchos años luz de lo que compone mi realidad. Comenzaba a leer nuevamente Las palabras y las cosas y caigo en cuenta que, lo primero que intenta hacer, es romper todas mis posibilidades del imaginario. Desmenuza un diccionario de Borges sobre criaturas míticas, mismas que forman parte de mi simbolismo y mi verdad, aunque no sean verdad. Y eso es lo único que me aclara, que no son de verdad.

La importancia de lo intangible pierde su sentido al llegar a las manos de Foucault. Cómo puede atreverse a romper la magia de las palabras que, por más sinsentido que considere los escenarios de cualquier autor, nos están dando la entrada a un maravilloso mundo en el cual convivir con lo real y lo irreal; es que, acaso, no debo aspirar a lo inexpunable si mi realidad puede convertirse en cualquier momento en lo que yo quiera para hacer más confortable mi estadio presente, qué acaso debo romper de lleno ahora con Homero, con Cervantes, con los Grimm, con Huxley, con Benedetti, con Orwell o con Dan Brown. Él me dice: “Lo imposible no es la vecindad de las cosas, es el sitio mismo en el que podrían ser vecinas” . Cierto, esa es la esencia del pensamiento de estos y muchos otros autores, y que, con ese aire de acrimonia, Foucault, rompe en mil o más, gran parte del buen sabor de boca que en mi habían dejado.

Bien, pero, entonces, porqué se atreve a escribir tan deliciosamente una escena como Las Meninas de Velázquez, dando todo de sí cual más romántico esteta. Cómo puede ser tan despiadado para darme a entender elegante e inteligentemente el significado de un lienzo con las mil historias que encierra. Es una añagaza que Velázquez jamás podrá ayudarnos a aclarar.

“Las utopías consuelan: pues si no tienen un lugar real, se desarrollan en un espacio maravilloso y liso; despliegan ciudades de amplias avenidas, jardines bien dispuestos, comarcas fáciles, aun si su acceso es quimérico. Las heterotopias inquietan, sin duda porque minan secretamente el lenguaje, porque impiden nombrar esto y aquello, porque rompen los nombres comunes o los enmarañan, porque arruinan de antemano la "sintaxis" y no sólo la que construye las frases —aquella menos evidente que hace "mantenerse juntas" (unas al otro lado o frente de otras) a las palabras y a las cosas. Por ello, las utopías permiten las fábulas y los discursos: se encuentran en el filo recto del lenguaje, en la dimensión fundamental de la fábula; las heterotopias (como las que con tanta frecuencia se encuentran en Borges) secan el propósito, detienen las palabras en sí mismas, desafían, desde su raíz, toda posibilidad de gramática; desatan los mitos y envuelven en esterilidad el lirismo de las frases.”

Ahora que lo pienso, las palabras, dichas correctamente, pueden producir un efecto muy raro en el receptor. Tiene su gracia, lástima que nunca fue mi materia favorita el español en mi formación básica, pero hoy comienzo a entender el porqué la moda de imponer una idea a través del cuestionamiento básico del emisor: ¿me expliqué?, que dista mucho de lo que normalmente alguien responde: claro que te entendí. El autor podrá decir cantidades de ideas formadas por simples sustantivos que en él tienen un sentido, un propósito; sin embargo, quien las recibe a través de sus capitales, como diría Bordieu, podrá interpretarlas y dar nuevos significados a cada construcción del emisor transformando la verdad original, en una nueva verdad propia.

Sentí que algo por dentro se rebelaba. Hasta ese momento había conseguido convencerme de que todo aquello era algo pasajero, que Foucault sugería una “ilusión”, que una vez eliminada mi existencia volvería a ser como siempre. Sin embargo, el hecho de que se gastara en mezclar una y otra vez más “ilusiones” junto a las realidades me producían una dolorosa impresión.

“Pero entre estas dos regiones tan distantes, reina un dominio que, debido a su papel de intermediario, no es menos fundamental: es más confuso, más oscuro y, sin duda, menos fácil de analizar. Es ahí donde una cultura, librándose insensiblemente de los órdenes empíricos que le prescriben sus códigos primarios, instaura una primera distancia con relación a ellos, les hace perder su transparencia inicial, cesa de dejarse atravesar pasivamente por ellos, se desprende de sus poderes inmediatos e invisibles, se libera lo suficiente para darse cuenta de que estos órdenes no son los únicos posibles ni los mejores; de tal suerte que se encuentra ante el hecho en bruto de que hay, por debajo de sus órdenes espontáneos, cosas que en sí mismas son ordenables, que pertenecen a cierto orden mudo, en suma, que hay un orden. Es como si la cultura, librándose por una parte de sus rejas lingüísticas, perceptivas, prácticas, les aplicara una segunda reja que las neutraliza, que, al duplicarlas, las hace aparecer a la vez que las excluye, encontrándose así ante el ser en bruto del orden. En nombre de este orden se critican y se invalidan parcialmente los códigos del lenguaje, de la percepción, de la práctica. En el fondo de este orden, considerado como suelo positivo, lucharán las teorías generales del ordenamiento de las cosas y las interpretaciones que sugiere. Así, entre la mirada ya codificada y el conocimiento reflexivo, existe una región media que entrega el orden en su ser mismo: es allí donde aparece, según las culturas y según las épocas, continuo y graduado o cortado y discontinuo, ligado al espacio o constituido en cada momento por el empuje del tiempo, manifiesto en una tabla de variantes o definido por sistemas separados de coherencias, compuesto de semejanzas que se siguen más y más cerca o se corresponden especularmente, organizado en torno a diferencias que se cruzan, etc.”

Es media noche, y yo, filosofando… la practicidad me indica que esto es representable esquemáticamente así que comienzo mi esbozo:




Muy bien, entonces, es el conocimiento mismo en el discurso el que me ha de ubicar y hacer poner los pies en la tierra, no es simplemente lo que mi mente, mi razón, mi espacio y mi realidad me indique expresar, si mi intención es dar un mensaje, no importa si el lenguaje es rígido-científico, poético, prosaico o lleno de acritud, fijando claramente la intención del sentido de mis palabras, con las decenas, centenas o millares de construcciones que pueda lograr, es posible lograr un mensaje sempiterno rebosante de la tética que merece.

“… Al tratar de sacar a la luz este profundo desnivel…, restituimos a nuestro suelo silencioso e ingenuamente inmóvil sus rupturas, su intestabilidad, sus fallas; es él el que se inquieta de nuevo bajo nuestros pies.”

[…]

6 de enero. Entro al edificio escolar atravesando la marabunta de gente fastidiada por el fin del descanso de fin de año, pero también emocionada por repartir a diestra y siniestra sus mejores deseos para sus pares. Resuelto en mi logro de fines de 2006, me recibe el docente con la revulsiva práctica de Foucault: ¿quién te otorga la autoridad de la verdad? ¿por qué debo aceptar tu discurso? Y comienza a hablarnos de las tres intenciones de esta obra:

1. Los sistemas coercitivos.
a. Procedimiento externo de la exclusión.
b. Lo prohibido y el tabú
c. La partición y el rechazo del otro
d. La voluntad de la verdad
2. Principios de limitación
a. Comentario
b. La noción del autor
c. Las disciplinas
3. Normas de realización
a. Rituales de participación en el juego social

Vaya, ahora son dos, Michel Foucault y Manuel Hernández los que se han empeñado en romper el equilibrio natural de las cosas. No se dieron gusto ya con lograr ya romper el primer barandal de mi consciencia. No fue nada fácil haber alucinado verdades y fantasías con mi corta y breve lectura de fin de año. Esa noche, en el trayecto Orizaba-Xalapa tuve tiempo y oportunidad de reflexionarlo y brindarles mis últimas dos neuronas con una modesta y sincera búsqueda de la respuesta.

Esa misma noche, trabajé durante media hora abstrayéndome completamente del Mundo Real™, concentrado en resolver, lo mejor posible, la empresa que se me había encomendado. Cuando menos lo esperaba, escuché el sombrío crujir de las ramas del árbol frente a mi ventana. Levanté la mirada atónito, por encima del monitor, para poder descubrir el negruzco paisaje fuera de mi ventana, y antes de que tuviera tiempo de reaccionar, había encontrado la respuesta: a nadie.

Hace poco me comentaban mis compañeras que la posmodernidad otorga a cada individuo la facultad de exponer su pensamiento… “he ahí el título de cualquier lenguaje, su manera de anunciarse y de formular su derecho a hablar” .

Cualquiera, en estos apresurados días, puede dar al mundo su obra, su pensamiento, su esencia. Cuenta con los medios, los correos electrónicos, el teléfono, los mensajes SMS, los chats, los weblogs, etc. Es tanta la ocupación es escribir, que ahora es posible producir tanto que no hay público que se interese en leerlo. Ya nadie quiere repetir la historia de los demás, ahora todo parte de ser original y único, es simplemente, lo que YO estoy viviendo, pensando o sintiendo lo que te quiero explicar: “… Es necesario que nos detengamos un poco en este momento del tiempo en el que la semejanza va a desligarse de su pertenencia al saber y desaparecerá…”

Todo mundo quiere gozar de una identidad, alienándose, allegándose, asemejándose y encerrándose en otras, ah, pero eso si, conservando su integridad y singularidad.

Así es el hoy, gente como yo, posmoderna, urbana, tecnológica, productora y creadora, que no cuento con el tiempo ni la necesidad de romperme la cabeza intentando entrar en la esencia del otro, simplemente recobro lo necesariamente posible para mis fines, me apropio, me plagio, me reinvento y me renuevo de las ideas ajenas para hacer y recrear mi identidad y ofrecerla a los demás, que a su vez, se la apropiarán y reconstruirán, retomarán y quitarán lo que convenientemente les sea necesario. Todo para lograr hablar en primera persona.

Pero las cosas, las palabras ya existen, allí están, sólo entran en este tórrido juego de verdades particulares que se ven en el eterno excluidor, “… Por medio de este juego de la antipatía que las dispersa, a la vez que las atrae al combate, las convierte en asesinas y las expone a su vez a la muerte, sucede que las cosas, las bestias y todas las figuras del mundo Siguen siendo lo que son”

Sin embargo, en este ciclo, hay algo que es por lo que sigue en pie de lucha las cosas, las palabras, por su esencia, por su sustancia. No importa cuan redundante sean los discursos, el conocimiento, en si mismo, jamás nos permitirá alejarnos de su génesis, de su identidad, jamás la desligará de su voluntad hacia la búsqueda de la verdad.

“El gran espejo tranquilo en cuyo fondo se miran las cosas y se envían, una a otra, sus imágenes, está en realidad rumoroso de palabras. Los reflejos mudos son duplicados por palabras que los indican. Y gracias a una última forma de semejanza que implica a todas las demás y las encierra en un círculo único, el mundo puede compararse a un hombre que habla” .

De esta guisa, qué importa si contamos con una lengua de una extraordinaria flexibilidad, dotada de una increíble vitalidad para crear construcciones y neologismos, adecuada para describir abstracciones hasta el mismo punto de infundir sospechas de que se trata de un artificio, una lengua que nos proporciona estructura exquisitamente lógica, si se carece del conocimiento y cultura para entenderla, ya que estos son los únicos que nos podrán hacer brindar a y recibir de nuestros semejantes la pureza de ideas necesarias e inmutables, que transporten y nos plasmen completamente en la sustancia y no solamente en las palabras y las cosas.


Conclusión

Nuestra gloriosa sociedad nos ha enseñado la practicidad y beneficios de la vorágine del conocimiento, sin llegar en ningún instante, a la apreciación del mismo. Hoy, gracias a Foucault, sé que no debe ser motivo para que cualquier estólido venga a discurrir su verdad, por muy válida que pueda ser, en la nuestra.



Bibliografía

Foucault, Michel.
Las Palabras y las Cosas, México, Siglo XXI, 2001.

jueves, 18 de octubre de 2007

ARTICULO sobre el libro

El Futuro del Libro en la Era Digital
Sandro Cohen.



LLEVO MÁS DE 10 años escribiendo y hablando acerca del futuro del libro en la era digital. Debo aclarar que a mí me gustan los libros, los que se imprimen en papel. No sólo me gustan, sino que me parecen esenciales para cualquier individuo con ganas de comprender el mundo y entenderse a sí mismo.
Son dos cosas diferentes: el gusto y la utilidad. Cuando se juntan, se produce algo raro, una especie de magia que a uno lo acompaña siempre. Por eso, desde que vimos las primeras bajas en lo que muchos perciben como la guerra de la tecnología contra el libro —me refiero a las enciclopedias y diccionarios en papel—, el tema me ha preocupado.No todos creen que hay una guerra, y me incluyo entre ellos.
A veces, después de un terremoto, parece como si el lugar hubiera sido bombardeado, pero la destrucción no se debe a una pugna política o siquiera económica sino a un reacomodo de las placas tectónicas. La sociedad está asentada sobre sus propias placas tectónicas, las cuales han sufrido movimientos bruscos y profundos, y esto ha afectado para bien y para mal casi todo lo que hacemos, desde nuestra vida en familia y la educación de la juventud, hasta nuestro trabajo y cómo aprovechamos el ocio.
El libro forma —o debería formar— parte importante de cada una de estas áreas, pero todas ellas han sufrido transformaciones sensibles. La vida familiar no es lo que fue hace 50 años; tampoco la educación. Nuestra manera de trabajar no se parece a la de nuestros padres, y del ocio ni hablar: la gente que nació a fines del siglo XIX, si todavía viviera, o no entendería los juegos y pasatiempos actuales, o les darían miedo.El libro, omnipresente en la vida de las personas que se consideraban cultas hasta, digamos, 1980, brilla cada vez más por su ausencia. No sólo hablo de libros en papel sino de libros en general y de la actividad de sentarse a leer sin distracciones, de manera concentrada, y por gusto. Es más: el concepto mismo de ser culto ha sufrido cambios importantes.Para cada vez más personas, ni siquiera es deseable ser culto… sino ser cool. Ser culto tiene que ver con la posibilidad de comprender los fenómenos tan complejos que nos enfrentan, verlos a la luz de la historia y poder proyectar su comportamiento en el futuro; ser cool significa estar a la moda. Ser culto implica el deseo de rebasar las fronteras de lo inmediato en el tiempo y el espacio para conocer y apreciar culturas diferentes, su idioma, su literatura, su arte, su sociedad y manera de gobernarse; ser cool implica dar la apariencia de ser lo que no se es, estar por encima de todo lo que significa ser culto.
La cultura abarca no sólo arte sino también ciencia, historia, filosofía, economía y cada una de sus ramificaciones, incluyendo la cultura popular en todos sus momentos; ser cool implica no demostrar preocupación alguna por ningún tema, fuera de la importancia de ser cool. La cultura ha estado presente en todos los rincones del mundo desde que el hombre empezó a fabricarse herramientas; el ser cool es tan evanescente, que lo cool de hoy es lo no cool de mañana, y a lo cool de mañana, le durará muy poco el gusto.Pero nada de esto me vuelve hostil a las nuevas tecnologías. Siempre me han parecido muy positivas a pesar de su capacidad de cambiar nuestra manera de relacionarnos con nosotros mismos, con la cultura en general y con los libros específicamente. Para ser honesto, no extraño las enciclopedias en papel. Fueron muy útiles en su momento.
Ahora son más útiles e incluso mejores las obras de referencia en línea. Los libros impresos no pueden competir contra la inmediatez y la interconexión de las obras disponibles electrónicamente. El mundo cibernético, sin embargo, requiere un ciudadano más despierto y discriminador. No todo lo que se ofrece tiene valor o es fidedigno. De hecho, los libros impresos en papel tampoco lo han sido siempre, pero como requieren una seria inversión, los editores suelen ser cuidadosos con su contenido, y apuestan a autores cuyos trabajo y reputación los respalda. En el internet muchas veces no sabemos quién o quiénes están detrás de lo que leemos.Nunca he temido por el futuro del libro tradicional, pero sé que no seguiremos leyendo en papel lo mismo que hoy, sean libros, revistas o periódicos. En cuanto a libros, no creo que el e-book, en ninguno de sus formatos le gane al libro impreso en papel. Tal vez la información ocupe menos espacio, pero ¿de qué nos sirve que un libro quepa en el espacio de la cabeza de un alfiler? Eso sólo tiene valor en términos de almacenaje. Y aun así: mi biblioteca se ve más bonita y es más seductora que un iPod, una computadora o cualquier lectora de e-books. Seguiremos leyendo literatura en libros tradicionales, pero no va a ser la única manera.La era digital va a minar y, en última instancia, transformar de manera irreversible toda la cadena editorial, desde el autor hasta el lector, quien es el consumidor en términos comerciales. Este proceso ya va adelantado, pero no todo el mundo se ha dado cuenta de estos cambios o participa en ellos. Antes, un escritor de cualquier clase dependía de uno o varios editores para hacerse leer, hacerse sentir. Desde el periodista novel hasta el premio Nobel de literatura debían pasar su escritura por el tamiz de un editor. Esto no es necesariamente malo. Al contrario: debemos muchísimo a buenos editores a lo largo de los siglos. Y no es que se hayan vuelto innecesarios en términos de calidad profesional, pero sí salen sobrando en el mundo de la informática. Ahora cualquiera es escritor, cualquiera publica en internet, o incluso en papel gracias a las herramientas editoriales computacionales que pueden estar en manos de gente que, antes, ni habría soñado con publicar un libro o siquiera un ensayo, un cuento o un poema.Esto ha ocasionado un diluvio de basura, tanto en los anaqueles de las librerías (porque a las grandes editoriales comerciales, hoy en día les importa mucho más la ganancia inmediata que el valor literario o intelectual de lo que publican) como en el ciberespacio. Pero allí está el futuro de la innovación del pensamiento humano.
Lo que hoy vemos son los primeros titubeos de un fenómeno que nuestros nietos darán por sentado: el intercambio instantáneo de conocimiento, en tiempo real, en cualquier parte del mundo.Este conocimiento poseerá muchas facetas, desde la ciencia hasta el entretenimiento, pasando por todo lo demás. Pero en lo que respecta al libro, o a lo que actualmente se maneja en forma de libro, causará una revolución cuyos alcances sospechan pocos. He comprobado, por ejemplo, que no necesito de editores para que mis ideas lleguen al público lector. Estas mismas palabras, tal vez con alguna corrección, alguna supresión o adición, aparecerán en mi blog el día de mañana, y —por las estadísticas del sitio que pude crear gracias a Google, y gratuitamente— sé que lo leerán más o menos tres mil personas en el espacio de un mes. Y como seguirá disponible mucho más tiempo, quién sabe cuántos lectores podrá tener.¡Tres mil personas en un mes! Comprobado. Con cero inversión económica. Cero costos de distribución. Cero devoluciones. También he escrito en revistas y periódicos desde 1979. Casi 30 años. Nunca he tenido la retroalimentación que el internet hace posible y que me ofrece. No sé realmente cuántas personas me han leído en el UnoMásUno, su suplemento Sábado, La Jornada, la Revista de la Universidad, Vuelta, Excélsior, El Universal, Laberinto de Milenio, La Palabra el Hombre, Casa del Tiempo y todos los demás órganos periodísticos donde he colaborado. Pero, hoy en día, casi siempre me da la sensación de que las palabras están cayendo en el vacío. “¿Hola, hola? ¿Hay alguien ahí…?”, escucho mi propia voz retumbando en mi cerebro. De vez en cuando recibo un comentario…, por internet.Antes había muchísimo más vida en los suplementos, revistas y periódicos porque tenían más peso, y todo se discutía en las facultades, los cafés literarios que abundaban, en los cines y los teatros. Las cartas a los editores volaban echando chispas. Había polémica, desacuerdos, coincidencias y divorcios. Era realmente divertido. Ahora se escucha el silencio de los mausoleos. Toda la acción parece estar en el ciberespacio. Pero hay que saber dónde buscar la calidad. Las revistas y los periódicos son importantísimos. Junto con los libros, nos han formado en muchos aspectos. Pero como lector sé qué busco y me gusta dirigirme directamente a ello. El internet nos da esa facilidad.La ventaja de los medios digitales está en su autorreferencialidad colectiva. Si alguien ve algo valioso, lo escribe en su blog y lo leo yo. Si me parece igualmente valioso, también lo menciono y se enteran mis tres mil lectores mensuales. Ellos, a su vez, harán lo mismo en la medida de sus posibilidades.
Así se crea una comunidad intelectual, una comunidad cultural: precisamente lo que antes sucedía con los medios impresos.A mí llevar un blog no me representa ningún ingreso económico, pero pone mis ideas a prueba y puedo verlas a cierta distancia de manera autocrítica. Esto me ayudará a organizarlas para, un día tal vez, juntarlas en forma de libro. Es lo etéreo, lo fugaz, al servicio de lo permanente. En la red circula muchísima poesía mala, cuentos horrendos. Pero también hay sitios donde se ofrecen contenidos de altísima calidad, sin costo alguno para el lector. Esto es muy buena noticia en una edad de librerías entregadas en cuerpo y alma al bestselerismo, y de bibliotecas que renuevan sus acervos cada vez que la Luna intercambia su lugar con el Sol.Por primera vez estoy contemplando la posibilidad de escribir una novela por entregas, y ofrecer los capítulos gratuitamente a quien quiera leerlos en la red. ¿Qué mejor prueba de fuego que la lectura de varios miles de personas interesadas en compartir las aventuras de mis personajes, semana con semana, quincena con quincena, o mes con mes? Antes la idea no me resultaba tan atractiva, pero ahora veo sus posibilidades. Y una vez concluida la novela, que sería el borrador de una novela, con la perspectiva y profundidad de campo que habrán dado los lectores electrónicos, podría elaborar la versión definitiva, destinada al papel, si alguna editorial se interesara en él. Y si no, siempre podría convertirse en e-book.Probablemente para entonces —digo para entonces, pero la tecnología ya existe— la gente podrá imprimir el e-book y hasta encuadernarlo a su gusto para agregarlo a su biblioteca personal. Lo más seguro es que, para esto, pagará una regalía por concepto de derechos de autor, una pequeña fracción de lo que tendría que pagarse por el libro en papel. Así, ganan tanto los escritores como los lectores. Las editoriales ni ganan ni pierden, pues no quisieron entrarle. Y las librerías, si sus dueños son inteligentes, pondrán mini imprentas de libros por demanda para dar el servicio a quienes no puedan hacerlo en casa, y así se les da la vuelta a editoriales y editores miopes.Esto lo digo yo con mucha facilidad porque soy editor de profesión. Pero todos aquellos que no tienen idea de cómo preparar sus libros digitalmente para que sean objetos dignos de ser leídos, podrán recurrir a editores digitales que serán los encargados de llevar la escritura en bruto al diamante digital.Para decirlo pronto, la era de la informática dará nueva vida a todo aquello que el mercado neoliberal y globalizado desprecia, pero que aún buscan muchísimas personas que desean ampliar sus horizontes, entender más, sentir más, ser más. Tal vez sean más cultas que cool, pero en una de ésas —creo en los milagros—, ser culto podría ser cool, y entonces dejaría de ser necesario discutir temas como el futuro del libro en la era digital porque podríamos sentirnos reconfortados con la idea de que pasaremos otros 500 años entre libros, sean al estilo Gútenberg, al estilo Gates o al estilo Google. Para cada idea, cada creación, hay un medio, y mientras más medios, mejor.

Tomado del Blog Los Elementos del Reino

martes, 16 de octubre de 2007

PONENCIA sobre comunicación y cultura por Gonzalo Reyes

Comunicación y sociología de la cultura

Por Gonzalo Abraham Reyes

Lic. En comunicación y periodismo, UNAM

La comunicación, el poder y la política (incluida en esta última la educación) son los símbolos más visibles en las sociedades occidentales contemporáneas; con el correr de los años, no pocos debates han convocado a los investigadores a discutir sobre sus alcances y sus límites, así como los efectos perversos que producen en la vida cotidiana. La sociedad global sin duda ocupa ya un lugar privilegiado en el análisis en las ciencias sociales en el marco de la economía y los medios de comunicación. En estos últimos la televisión ha suscitado ya interesantes debates en los cuales se considera que ésta se encuentra lejos de ser un vehículo pasivo de los mensajes emitidos y se ha convertido en “un gran laboratorio sociomediático donde se crean ideas y se movilizan representaciones”, donde se hacen expertos a los porta voces.[1]

¿Cómo definir la cultura en el contexto actual?

¿Cuál es el papel de los medios de comunicación como formadores de valores?

¿Qué trae consigo la globalización en los medios electrónicos?

¿Existe una crisis cultural en el hombre?

Es característico de la conciencia moderna un hondo dualismo en la valoración de la vida que separa en dos terrenos aislados lo espiritual y lo material. El individuo se encuentra colocado frente a una alternativa, sin otra solución que la de optar por uno solo de los valores en conflicto. Este pensamiento dualista pretende fundarse en la constitución misma de la realidad que por donde quiera se muestra dividida de acuerdo con las características de espíritu y materia. La generalidad de los hombres cultos acepta el dualismo como un hecho indiscutible y actúa en consecuencia tratando de orientar su vida unilateralmente, en el sentido del valor que considera preferible. Es inevitable, pues, que, cualquiera que sea la elección, uno de los aspectos de la vida resulte sacrificado, pero aun cuando el hombre esté convencido de que no es posible hacer otra cosa, ese sacrificio lo desgarra y su vida transcurre en medio de un íntimo malestar e inconformidad. El dualismo parece tener su raíz en el ser profundo del hombre dividido por tendencias que lo impulsan en direcciones opuestas ya sea para la satisfacción del alma o para la del cuerpo. Al obrar estas tendencias durante un largo proceso histórico, han creado un mundo en el que esa división del hombre se externa en las cosas y se define, por decirlo así, en caracteres macroscópicos. Son múltiples las expresiones que tiene ese dualismo en los diversos campos de la vida humana. Tales como la organización social, política y económica en casi todos los países, y en las ideologías que se disputan el favor de las mayorías. Vamos a considerar aquí dicho dualismo en uno de sus aspectos más importantes que es el de la pugna entre civilización y cultura.[2]


PONENCIA



SOBRE EL CONCEPTO DE CULTURA

Y

SU SENTIDO EN LA MODERNIDAD


El concepto de cultura alude una gran variedad de fenómenos y a un conjunto de preocupaciones que hoy día comparten analistas que trabajan en diversas disciplinas, que van de la sociología y la antropología a la historia y la crítica literaria[3].

El concepto de cultura es complejo y posee una historia en diferentes lenguas; la noción ha sido sometida a una gran variedad de empleos. Para los propósitos de la argumentación se distinguen cuatro usos básicos, a los cuales se refiere como concepciones: "clásica", dentro de la cual hayamos una concepción "descriptiva" por una parte, y una "simbólica" por otra. Por último la concepción moderna: "estructural".[4]

De acuerdo con la concepción clásica: La cultura es un proceso general del desarrollo intelectual o espiritual. Es decir, “…lo esencial de la cultura está en un modo de ser del hombre, aun cuando en este no exista impulso creador. Sabemos que una cultura está condicionada por cierta estructura mental del hombre y los accidentes en su historia.[5] La columna vertebral de la cultura moderna es el sentido espiritual de la vida, cuyo origen se remonta a los dos más poderosos factores en la historia europea, el pensamiento griego y el cristianismo.

“Aquel sentido de la vida se hace independiente en los albores de nuestra edad y adquiere modalidades nuevas en concordancia con el tiempo”. “Pero a la vez el hombre descubre la faz material de la vida, cuya magnitud e importancia se le va revelando paso a paso, a medida que avanza el conocimiento de la naturaleza, el cual le proporciona también posibilidades de acción insospechadas”.[6] La aparición de la tecnología en la vida del hombre ha transformado el mundo al lograr, no sólo someter a la naturaleza, sino imitarla, y así literalmente: ahogarla. De Ahí que se tienda a confundir la Cultura con la Civilización. La cultura en el sentido clásico pertenece principalmente al seno de las ideas, el pensamiento, en suma, el Espíritu. La Civilización es el sentido material de la existencia, y sus principales representaciones son las grandes urbes modernas. Este uso prevalecía en los escritos históricos y filosóficos europeos en el siglo dieciocho, cuando "cultura" y "cultivado" eran a menudo equiparados con "civilizado" y "civilización", y, en ocasiones, se confrontaban entre sí. Es un uso que aún prevalece entre nosotros y es ejemplificado con la descripción de alguien como un "individuo cultivado" o un "gusto cultivado". En el siglo diecinueve surgieron autores que pretendieron desarrollar una "ciencia de la cultura" que estudiase las formas interrelacionadas del conocimiento, las creencias, el arte, la moral, las costumbres y hábitos característicos de sociedades particulares. Este enfoque antropológico dio como resultado una concepción amplia y descriptiva de cultura que engloba: los valores, prácticas y creencias de un pueblo. La cultura, es un todo complejo, un vasto y variado conjunto de rasgos que define la forma de vida de una sociedad en un período histórico. Este uso del término está disperso en nuestro lenguaje cotidiano y en la literatura de las ciencias sociales, donde la "cultura", en este sentido, es a menudo analizada en tanto "sistema cultural" -sistema de valores, prácticas y creencias características[7].

Podemos distinguir en seguida el tercer uso del término antropológico, puede referirse como una concepción simbólica. Antropólogos han ligado el estudio de la cultura al análisis de los símbolos y las acciones simbólicas. Como caracterización del "análisis cultural" se toman formas simbólicas: las acciones, objetos y enunciados significativos de varios tipos. En relación con contextos y procesos en los que se producen, transmiten y reciben estas formas simbólicas[8].

La definición desde el punto de vista, estructural se construye con: las formas culturales en las sociedades modernas que están mediadas crecientemente por los mecanismos y las instituciones de la comunicación masiva.

Si bien el sentido clásico del término clásico de “cultura” prevalece hasta nuestros días, hay que diferenciarlo de la definición estructural. El sentido clásico permanece hasta el día de hoy en el seno del humanismo renacentista. Que“…descubrió que la obsesión de una existencia ultraterrena robaba a los hombres el cuidado y la atención por su vida real, por su existencia mundana. El humanismo fue un movimiento espiritual para atraer al hombre del cielo a la tierra, para circunscribir su pensamiento y su acción dentro de límites reales, ajustados al alcance de sus posibilidades. Así el Humanismo se convirtió en un sistema de educación que se impuso en todas las escuelas de Europa y perdura en nuestros días como estudio de lenguas muertas, para hacer accesible la vida que late en los escritos de la antigüedad. Era el mundo grecolatino que se descubría en su autenticidad espiritual a través de su legado de cultura, y que se hacia inteligible directamente gracias al aprendizaje de los idiomas clásicos. No era, sin embrago, un gusto arqueológico lo que atraía a las obras de Grecia y de Roma, sino la presencia en ellas de un espíritu viviente de perenne actualidad, que entonces se hacia manifiesto por primera vez. En tales obras existía un sentido de la vida semejante al que en ese momento empezaba a despertar en la nueva consciencia histórica. Era ese concepto de la vida que años más tarde Nietzsche definiera como -el sentido de la tierra-“.[9]

Es de todos sabido que estamos ante un fenómeno que los clásicos no esperaban. La aparición de los medios de comunicación masivos se debió principalmente al avance tecnológico impulsado a su vez por las dos guerras mundiales y posteriormente por la guerra fría. Aunado esto al advenimiento de las grandes y complejas urbes modernas. Así aparecen paulatinamente diversos instrumentos para comunicar al hombre entre sí. Sería mentira negar que el periódico es un medio antiquísimo de comunicación, pero su concepción es otra discusión, porque precisamente estamos antes los nuevos periódicos electrónicos; eso amerita una discusión muy particular. Esta ponencia lleva como eje una crítica a la sociedad moderna y a su civilización , a la repercusión de la tecnología en dicha sociedad; la cultura mediática sostenida por las instituciones de comunicación masiva, en especial la televisión, y sus efectos en el hombre mismo, de ahí su sentido socio-filosófico en aras de una interdisciplinariedad.

Los medios masivos parecen surgir como fenómenos pasivos ante las circunstancias en que nacieron, indefensos en otras palabras. De entre todos estos instrumentos uno muy especial por su caso: la televisión. Nadie es capaz de negar en la actualidad que la aparición de la televisión en la vida del ser humano trajo consigo un profundo cambio en la forma de ver y representar el mundo, y en la forma de comunicarse entre sí. Y que, además, tiene en sus manos un poder insospechado; no sería extraño que en pocos años un Salinas pliego o un Azcarraga Jean se postulen, por puro capricho, para presidentes de la República. “En la medida que la tecnología fue evolucionado, nuevos medios de comunicación irrumpieron en la vida cultural, política, económica y social de México. Diversos factores intervinieron en la parición de los medios mexicanos y cada uno de ellos tuvo y todavía hoy tiene un papel crucial en el interior de la sociedad mexicana”[10] Hoy día“…gran parte de la información y entretenimiento que recibimos y consumimos es un producto de una institución específica, que es el resultado de los mecanismos y criterios característicos de las instituciones. Éstos contribuyen a establecer lo que podría describirse como la producción selectiva de formas culturales. “La televisión ha sido, desde su nacimiento hasta la fecha, un medio de comunicación profusamente aceptado y utilizado por sus audiencias que ha desplazado, en el interior de los hogares a la prensa y a la radio. Desde hace muchas décadas, la televisión ha venido a ocupar un lugar importante en y casi definitivo en las casas de los teleespectadores mexicanos”.[11]

Dice Thomsom, hablando de los medios masivos en las sociedades modernas, quecuando elaboran productos para los medios, el personal de estas instituciones toma las formas de cultura y comunicación cotidianas y las incorpora en los productos de los medios y reproduciendo así, de manera selectiva y creativa, las formas culturales de la vida cotidiana[12]. (Cabría aquí refutar esta concepción, pero adelante lo haremos, sobre todo porque es preciso primero averiguar qué tipos de medios son los que arraigan más en determinadas sociedades, quizá preguntarnos el por qué del arraigo de la televisión en México desde su aparición, Todos sabemos que los contenidos de la televisión comercial mexicana están impregnados de tientes ajenos a nuestra realidad social) Esto involucra tanto la producción y reproducción como la repetición y la creatividad. En relación a estos aspectos las formas culturales de las sociedades modernas están mediadas por los mecanismos y las instituciones de la comunicación masiva.

Es aquí es donde nos detenemos para analizar cuál es la dinámica que los medios masivos están llevando acabo y su inmersión en una cultura mediática como una estructura cultural mundial.

LA DINÁMICA DE LOS MASS MEDIA

“Con el advenimiento de los medios masivos de comunicación la sociedad a partir del siglo XIX, ha tenido notables cambios en la experiencia y la interacción que los mass media han traído en el ámbito de la cultura.[13] En cierta forma toda la información que recibimos hoy día depende de nuestra recepción de los medios, vivimos en una cultura mediática que más allá de los beneficios que nos pueda traer, forma parte de un proceso comunicativo aparente. Existe un problema fundamental dentro de ello, y se debe principalmente a que tal proceso de comunicación no es reciproco, por lo que se refiere a la televisión. (La prensa, la radio y hoy día Internet forman parte sin duda de un proceso, en este apartado del ensayo está enfocado principalmente a la televisión y su influencia psicosocial) Lo cual delimita nuestra participación social y política en cierto grado, esto en otras palabras refiere a aquellos que por causa de mantenerse únicamente informados, cesan su participación activa en la sociedad, ya sea en el ámbito político-social, como en el cultural. “Los medios de comunicación forman parte de las condiciones reales de la reproducción social. la representación ideológica contenida en los textos de los medios de comunicación, incluida la televisión, nuestro objeto de estudio, contiene representaciones de las relaciones imaginarias de los individuos. Esto es, incluye la ideología que representa las relaciones imaginarias de las condiciones reales de la existencia de los telespectadores (Althusser, 1971:162)”.[14]

Sabemos que la vida social está compuesta por individuos que llevan a cabo propósitos y objetivos de varios tipos. En este quehacer siempre actúan dentro de un conjunto de circunstancias previamente establecidas, y ofrecen a los individuos diferentes inclinaciones y oportunidades. Estas circunstancias pueden concebirse como diversos campos de interacción.

“Dentro de la comunicación masiva existen diversas disyuntivas y confusiones respecto ha de cada termino o en cuyo caso como definirlo. Varias son las características la comunicación de masas, entre ellas se encuentra la explotación comercial de las innovaciones técnicas, a la que se ha llamado “la producción para el consumo de formas simbólicas”[15].

“La comunicación de masas por lo general implica la producción de bienes para el consumo de formas simbólicas en el sentido de que estos objetos producidos, por las instituciones mediáticas, son formas simbólicas sujetas al proceso de valoración económica. Otra de sus características es que la comunicación de masas es una ruptura estructurada entre la producción de formas simbólicas y su recepción”[16].

Sostiene Thompsom que: El término "masa" resulta casi siempre exagerado, se piensa en la imagen de una extensa audiencia de miles. Pero en realidad esta seria la imagen precisa para el caso de algunos productos mediáticos, como son el periódico, el cine, y los programas televisivos. Cuando dio inicio el desarrollo de la prensa y en algunos sectores como editores, la audiencia era mínimo y no especializado en algo. Para utilizar el término "masa" no se debe pensar en cantidad, es decir, en términos cuantitativos. Lo más destacada de la comunicación de masas viene más bien por el hecho de que los productos estén disponibles, en principio, a una pluralidad de destinatarios. Existe otro ámbito que sugiere que los receptores de los productos constituyen un extenso mar de individuos pasivos e indiferenciados. Se trata de una crítica a la "cultura de masas" y a la "sociedad de masas", críticas que generalmente asumen que el desarrollo de los medios de comunicación ha tenido un impacto negativo sobre la vida moderna, creando así un tipo de cultura que entretiene a los individuos y cautiva su atención sin requerir a la crítica[17]. Aceptar algo contrario a lo antes dicho sería pensar que los individuos son completamente ingenuos y a-críticos. Que han perdido la facultad del entendimiento y la autonomía moral. Que son seres completamente alienados. Sin embargo, es verdad que existen ciertos sectores de la sociedad donde los media ejercen como factores alienantes sobre sus consumidores, y esto tiene que ver con factores psicosociales, principalmente en el plano simbólico que se asocia al consumo guiado por las emociones y no por la reflexión, y que principalmente es guiado por juicios de valoración que dependen de gran manera del grado de consciencia social del individuo. En nuestras sociedades latinoamericanas la sustancia del termino “cultura popular” se asocia como claro ejemplo de grupos vulnerables a la persuasión de los mensajes emitidos.” De esta forma, se podría proponer que es muy probable que en sociedades autoritarias y antidemocráticas, o políticamente poco democráticas, la televisión sea acrítica y antidemocrática y que responda a los intereses de quienes detentan el poder político. En este tipo de sociedades, la televisión tenderá a celebrar las acciones del Estado, encaminando sus esfuerzos a satisfacer las demandas de sus alianzas, es decir, tratará de darle credibilidad la statu quo y de manipular u ocultar aquellos hechos que puedan atentar contra el poder establecido”.[18]

“La vía racional, que se rige por el pensamiento lógico, actúa por argumentación. Va de causa a efecto o de efecto a causa. La vía emotiva, que se rige por el pensamiento asociativo, obedece a otros parámetros: no actúa por argumentación sino por transferencia. Actúa por simple contigüidad, por proximidad, por similitud, por simultaneidad, por asociación emotiva o simbólica. La vía racional pretende convencer, es decir, ofrecer razones o argumentos que lleven al persuadido a asumir el punto de vista del persuasor. La vía emotiva, en cambio, pretende seducir, atraer al receptor desde la fascinación”.[19]

Sin embargo sería necesario abandonar la suposición de que los destinatarios de los productos mediáticos son observadores pasivos cuyos sentimientos han permanentemente aletargados. Figuraciones de este tipo tienen poco que ver con la forma actual de las actividades receptoras y con las complejas formas en que los productos son aceptados.

“La vía racional y la emotiva se mueven, pues, en esferas mentales distintas. Una persona que gusta desde los parámetros del pensamiento lógico es una persona que convence por su forma de pensar o de actuar. En cambio, una persona que gusta desde los parámetros del pensamiento asociativo es, por ejemplo, una persona cuyo físico recuerda, de manera consciente o inconsciente, a alguien a quien se aprecia; o una persona a la que se asocia con un momento feliz de la propia vida, aunque ella no tuviera nada que ver con esta felicidad. Desde el ámbito de la publicidad televisiva es fácil ejemplificar los mecanismos de la doble vía y las peculiaridades del tipo de pensamiento que las sustenta. Utilizar la vía racional para la publicidad de un producto supone ofrecer argumentos que convenzan sobre las ventajas objetivas de este producto respecto a las marcas rivales. En el uso de la vía racional el receptor necesita activar el pensamiento lógico para calibrar el valor de la argumentación utilizada. En cambio, utilizar la vía emotiva supone conectar el producto con valores emocionales que, desde un punto de vista lógico, nada tienen que ver con él. La televisión, qué es también una realidad omnipresente, actúa, en cambio, desde la impunidad del entretenimiento, de ser un poder fascinante, aparentemente inocuo y casi incontestado. La televisión realiza su función socializadora, intencional o involuntaria, fundamentalmente mediante el entretenimiento, mediante el relato. Y el relato socializa mediante procesos de asociación o transferencia que confieren a las realidades representadas (personas, instituciones o creencias) valores emocionales positivos o negativos, según los casos. El espectador tiende a interiorizar las realidades contempladas en la pequeña pantalla asociadas con una carga emocional de signo positivo o negativo. Es esta carga emocional lo que confiere significación, valor o sentido a estas realidades. No es que no existan mecanismos de defensa ante los envites de las emociones. El receptor puede imponer -y de hecho impone- filtros y resistencias de carácter cognitivo, emotivo y ético. Una fuerte convicción previa puede impedir que aflore una emoción que desde el punto de vista ideológico o ético es de signo contrario. El efecto socializador de las emociones televisivas se produce sobre todo cuando el espectador no es consciente de las implicaciones ideológicas y éticas de las emociones. Para la mayoría de telespectadores esto ocurre en la mayor parte de los casos. Para los profesionales de la comunicación persuasiva la vía emotiva tiene una doble ventaja respecto a la racional: resulta más entretenida, lo que facilita una actitud de apertura por parte del receptor, y no despierta recelos o mecanismos de defensa, porque el receptor no es tan consciente de que está siendo influido; piensa que tan sólo se está entreteniendo”.[20]

Así como el termino "masa" puede resultar engañoso, también lo puede ser el término "comunicación", ya que existen medios comprometidos con la comunicación de masas y son completamente diferentes de aquellos que forma parte de las conversaciones ordinarias. En la mayoría de las formas de comunicación de masas. Sin embrago es reconocible que existan receptores de los mensajes que actúen como participantes en un proceso recíproco sino más bien como participantes dentro de un proceso simbólico de transmisión. De que se tienda confundir la "transmisión" o "difusión" de los mensajes mediáticos en vez de "comunicación" como tal.[21] “Una sociedad en transición hacia la democracia procurará tener una televisión que comparta, en mayor o menos medida, este proceso democratizante, en tanto que una sociedad con una democracia política largamente establecida , con plena libertad de expresión, podrá aspirar a contar con una televisión que asuma de mejor manera las responsabilidades sociales que le corresponden. En otras palabras, las características de este medio de comunicación no sólo son producto de la innovación tecnológica, sino que también emana del grado de desarrollo histórico de la democracia que tenga la sociedad en la cual habite”.[22]

El ANALFABETISMO AUDIOVISUAL

Según Joan Ferrés, varios son los efectos de la televisión sobre los seres humanos. En primer lugar, “produce modificaciones sensitivas y cognitivas, cambios en los procesos de pensamiento, en los sistemas de organización mental y estructuración del trabajo, en las formas de asociación y de organización de los conocimientos. El código icónico produce efectos muy distintos al que produce el código verbal. El lector se enfrenta a un universo abstracto y estático; el espectador de televisión a uno concreto, dinámico. La televisión impone modificaciones sensoriales profundas, entre ellas, una concepción distinta del espacio y del tiempo que se vuelve policromo, disperso, discontinuo, hecho de simultaneidades. La descodificación del lenguaje verbal exige complejas operaciones analíticas, mientras que la de las imágenes es casi inmediata. Otros de los efectos son el fomento de las actitudes narcisistas: el espectador no se comunica, no se abre al otro, sino que lo utiliza para verse a sí mismo; las pantalla no hacen sino conectar al individuo consigo mismo; la fragmentación moral: la cultura fragmentaria que propicia la práctica del consumo es una cultura descontextualizada en la que la anécdota prima sobre la categoría y en la que se pierde el valor de las cosas; y el triunfo de lo material”.

Pero todas estos efectos, señala por último el autor, están matizados por la mayor o menor resistencia del individuo al medio, en función de su sensibilidad, su ideología, su actitud ante la vida, sus experiencias previas, su capacidad crítica, su sentido reflexivo, sus necesidades sensoriales, mentales y psíquicas. Por eso el camino hacia la libertad humana pasa por la recuperación de la lucidez y la conciencia crítica. En la actualidad se educa en la racionalidad, en cambio se vive en un entorno social que prima la emotividad. El analfabetismo audiovisual es muy peligroso porque el que lo sufre no es consciente de su limitación. La solución según este autor, es reivindicar un nuevo tipo de conocimiento: el conocimiento por participación, que es el resultado de la experiencia humana integral: "si no se rehabilita esa forma de conocimiento empapado de afectividad e imaginación no se entrará ni en la totalidad del hombre, ni en el siglo XXI"

Hoy somos testigos de cambios fundamentales en la comunicación. El cambio del sistema analógico al digital está creando un nuevo escenario en el cual la información y la comunicación pueden manipularse de manera más flexible. Como podemos ver es entonces inadecuado referirse a los nuevos tipos de redes de información y comunicación que se están popularizando cada vez más hoy en día con el término "comunicación de masas". Ya que como hemos vista la "comunicación de masas" es un amplio fenómeno que emerge históricamente a través del desarrollo de instituciones que tratan de explotar nuevas oportunidades y registrando información, para producir y reproducir formas simbólicas, y para transmitir información y contenido simbólico a una pluralidad de receptores a cambio de algún tipo de remuneración económica.

Una de las características de la comunicación de masas es que implica ciertos medios de producción y difusión técnicas e institucionales. Por ello el desarrollo de los media, desde sus primeras formas de impresión hasta los más recientes desarrollos en el campo de las telecomunicaciones, se ha basado en una serie de innovaciones técnicas que permiten su explotación comercial. El desarrollo de la comunicación de masas resulta inseparable del desarrollo de las industrias mediáticas.

El uso de los medios técnicos de comunicación puede alterar la dimensión espacial y temporal de la vida social. Permitiendo a los individuos comunicarse a lo largo de amplios tramos de espacio y tiempo, ya que la técnica permite a los individuos trascender las fronteras espaciales y temporales que caracterizan la interacción. Al mismo tiempo, permite el individuo reordena las características espaciales y temporales de su organización social, y utiliza estas características reordenadas como medios para alcanzar sus objetivos.[23]

LA FIEBRE TÉCNICA

Las propiedades de los diferentes soportes técnicos facilitan y circunscriben a su vez los tipos de producción simbólica y posibles intercambios. Sin embargo, y aún ante todo lo dicho anteriormente, nos viene a la mente una serie de preguntas: ¿A qué se debe todo esto? ¿Podemos ver hoy día el malestar de la conciencia moderna? ¿La falta de armonía del hombre con el mundo? La civilización y la cultura de consumo comercial han venido a complicar la vida en grado extremo hasta el punto de desorientar al hombre en medio de la multiplicidad de cosas que él mismo ha inventado. “Quizá esa desorientación consiste (como hemos visto) fundamentalmente en una falsa actitud mental que tergiversa el sentido de los valores y altera el orden natural de las cosas en cuanto a su importancia. Uno de los errores de valoración que más consecuencias desfavorables ha tenido es el de elevar los medios a la categoría de fines. La inteligencia puesta al servicio del valor «poder» ha inventado una admirable técnica científica sin precedente en la historia. (Refiriéndose Samuel Ramos a la tecnología) Ante sus maravillosos resultados el hombre acaba por sobreestimar la importancia de los problemas técnicos olvidándose luego del verdadero fin a que obedecen. Todas las actividades de la vida y de la cultura han sufrido a causa de este equívoco. En el arte, en la ciencia, en la industria, en la economía, abundan los ejemplos de esta desastrosa estimación. En la actualidad es frecuente que pasen por obras maestras, ante la ingenua admiración de los amantes del arte, producciones de una calidad muy dudosa, pero realizadas con una técnica brillante e ingeniosa[24]. “La ciencia y la filosofía no se han librado de la influencia maléfica de este fetichismo moderno. «En muchos dominios de la ciencia se produce así -dice Simmel- lo que podríamos llamar saber superfluo, una suma de conocimientos metódicamente impecables, irreprochables, para el concepto abstracto de la ciencia y que sin embargo se han desviado de la adecuada finalidad de toda investigación y no aludo a una finalidad externa, sino a la ideal y cultural. Aquí tiene sus raíces ese culto fetichista del método que padecemos desde largo tiempo; una aportación cualquiera es preciosa desde el momento en que su método es impecable; así se da hábilmente carta de naturaleza a infinitos trabajos que ninguna conexión guardan con el verdadero desarrollo unitario del conocimiento, por grande que sea la amplitud con que lo concibamos.[25]

“La consecuencia determinada por el culto de la técnica es la sobreproducción que multiplica innecesariamente la variedad y el volumen de la cultura y la civilización hasta agobiar al hombre bajo un peso abrumador. Toda esta multitud de cosas aumenta artificialmente las necesidades del hombre, le impone cada día una nueva obligación. La fiebre técnica «explica la elaboración de ciertos productos industriales que han sido obtenidos por su proximidad con otros y de los cuales no existe en rigor necesidad alguna; nos empuja la velocidad adquirida, la necesidad de recorrer hasta el cabo la dirección emprendida; la serie técnica exige ella ser completada, por miembros que la serie psíquica, en realidad la definitiva, para nada necesita. Y de este modo se originan ofertas de mercancías que provocan, si miramos desde el plano cultural del sujeto, necesidades artificiales y sin sentido.[26]”Hasta un cierto punto la producción se domina a voluntad, pero después adquiere ésta un impulso propio de crecimiento que arrastra al hombre, el cual resulta, a la postre, dominado en vez de dominador. Entregado por completo al mundo exterior, plena su conciencia de preocupaciones materiales que desplazan cualquier interés, la vida del alma se va extinguiendo hasta que el individuo se convierte en un autómata. No todos los hombres tienen una conciencia clara de lo que sucede, pero sí una mayoría siente una inconformidad que lo mantiene en rebelión continua sin un objetivo definido, luchando por algo que no se encuentra, porque no se sabe lo que es. Sin embargo, ya muchos hombres han descubierto la causa de la inquietud y son conscientes de que el nivel de lo humano está en baja marea.[27]

“Las transformaciones del espacio y tiempo provocadas en parte por el desarrollo de las nuevas tecnologías de la comunicación, y en parte por el desarrollo de medios de transporte más rápidos, dieron lugar al incremento de serios problemas de coordinación espacio-temporal, problemas que se resolvieron irónicamente a través del establecimiento de acuerdos sobre la estandarización del tiempo en el mundo, El mundo fue dividido en 24 franjas temporales de una hora y se estableció una línea de cambio horario internacional. A partir de aquel momento, el sistema horario internacional estandarizado ofreció una estructura para la coordinación de los horarios locales y para la organización de redes de comunicación y transporte. El desarrollo de nuevos medios de comunicación y nuevos medios de transporte también afectó a la manera en que los individuos experimentaban las características espaciales y temporales de la vida social. La estandarización del sistema horario internacional fue acompañada de un creciente interés por las experiencias personales relacionadas con el espacio y el tiempo, la velocidad y la simultaneidad, y por la separación del espacio y el tiempo. Anterior al desarrollo de las industrias mediáticas, la sensación de pasado y lugares distantes de la mayoría de las personas se había formado básicamente a través del contenido simbólico intercambiado en las interacciones”.[28]

“Con la alteración de su sentido del lugar y del pasado, el desarrollo de la comunicación mediática también ha afectado al sentimiento de pertenencia de algunos individuos, es decir, a su sentimiento de pertenecer a un grupo o comunidad. El sentido de pertenencia deriva, en cierta medida, del sentimiento de compartir una historia y un lugar común, una trayectoria común en el tiempo y el espacio. Con el desarrollo de los nuevos medios de transporte y comunicación, a la par de la expansión intensiva y extensiva de una economía capitalista orientada hacia el aumento de transacciones de capital y bienes, el significado de las barreras espaciales se ha debilitado y el ritmo de la vida social se ha acelerado. Estos procesos han quedado atrapados en una serie de desarrollos institucionales propios de la época moderna. En virtud de tales desarrollos, las formas simbólicas han estado produciéndose y reproduciéndose en una escala cada vez mayor; se han convertido en productos de consumo que pueden comprarse y venderse en el mercado; han pasado a ser accesibles a individuos ampliamente diseminados en el espacio y en el tiempo. De manera profunda e irreversible, el desarrollo de los media ha transformado la naturaleza de la producción simbólica y el intercambio en el mundo moderno. Las instituciones dan forma definitiva a campos de interacción preexistentes y, al mismo tiempo, crean nuevas posiciones en el interior de estos campos, así como nuevas trayectorias para organizar la vida de los individuos que las ocupan. La posición que ocupa un individuo dentro de un campo o institución esta íntimamente relacionada con el poder que él o ella poseen. De manera genérica, el poder es la capacidad para actuar de acuerdo a la consecución de los propósitos e intereses de cada uno, la capacidad de intervenir en el curso de los acontecimientos y de afectar a sus resultados. La tragedia del hombre actual es que sus creaciones materiales e ideales se rebelan contra él”.[29] El vasto mundo de la civilización y la cultura adquiere un dinamismo independiente que sigue por un camino diverso al que el hombre debe recorrer. Arrancado de su propia trayectoria, anulada su libertad, el hombre va perdiendo sus atributos característicos, precisamente aquellos en que se funda la dignidad humana, y rebaja el nivel de su existencia. Con la nueva cultura mediática se propone la desaparición de las fronteras, sólo un gran mundo formado por todos los pueblos de la tierra a partir de su diversidad. Así el hombre no es ya una abstracción, sino un ente concreto y múltiple.

No existen hombres por excelencia, sino simplemente el género humano como suma de diversidades. Hoy vemos perfilar una nueva forma de integración o globalización, ya no la imperial, la vertical, que hizo crisis al término de la guerra fría. Una globalización horizontal, que se nos ha dicho es solidaria para el logro de algo común, un planeta entero, libre y próspero. Tras este discurso todos sabemos cual es realmente el interés que se persigue.

El factor económico en todas sus representaciones está detrás de todo este discurso que nos a han pretendido vender con locuacidades. Decía Ortega y Gasset que el dinero sólo tiene valor cuando todos los demás valores están ausentes. Es decir cuando se vive en una crisis moral. Lo más probable, quizá, es que el hombre no ha entendido a lo largo de la historia que la moral no es una imposición para vivir en sociedad, ni es una cuestión de edad, como dijo recientemente García Márquez, creo más bien que es como lo define Samuel Ramos: “La moral nace de la voluntad del hombre”. Como todos sabemos el nacimiento del nuevo siglo y milenio está condicionado por la hegemonía mundial de los Estados Unidos de Norteamérica. “Es el mercado mundial realizado- con el que se inaugura el presente siglo- de donde proviene el sobresaliente carácter filosófico del mismo. Filosófico porque involucra un cuestionamiento profundo de lo existente, cual ha sido la tarea milenaria de la filosofía. En efecto, lo radical de la respuesta a la forma de la hegemonía norteamericana contesta no sólo a su carácter humillante y opresivo sino global, en correlación con el establecimiento del mercado mundial”.[30]

Ante este escenario de, llameémoslo así, comunismo mundial -no en el sentido marxista, pero sí en el de la imposición de un plano común de vida, para que con ellos, la explotación y la inserción de productos mediáticos pueda llegar a todos los rincones, principalmente defendiendo los intereses norteamericanos- queda a los pueblos del mundo la defensa de su cultura nacional. No un nacionalismo ciego y fascista, sino la expresión de su espíritu nacional. Las sociedades hispanoamericanas entran al nuevo siglo y milenio en una posición drástica. La historia de Latinoamérica ha sido la de una región subordinada a los intereses occidentales, en un principio a los europeos, posteriormente a los norteamericanos. Es tiempo en América de que se condensen viejas reivindicaciones, de que se despierte a la historia de los pueblos, que se levante su espíritu autentico, porque como dijo Octavio Paz en El Laberinto de la Soledad: “Despertar a la historia es adquirir consciencia de nuestra singularidad”.

Entrando en estos términos “en general, sin embargo, podemos pensar a las sociedades latinoamericanas como modernas, en la misma medida en que podemos considerarlas, en su mayoría democráticas o en procesos de transición a la democracia. Podemos pensar entonces que nuestras sociedades son sociedades relativamente modernas, o de “modernidad incompleta” o inconclusa en el sentido que algunos autores latinoamericanos le dan al termino (cfr; Duhua y Girola, 1990; Ortiz, 2000).Nuestra cultura ha tenido como objetivos e ideales sociales los temas fundamentales del imaginario moderno. Pero lo difícil ha sido ponerlos cabalmente en práctica”.[31]Y ojalá fuera sólo eso, ponerlos en práctica, hoy pensamos en una forma radical de regularlos. Entre esas sociedades latinoamericanas se encuentra la nuestra, la contrastante sociedad mexicana, que si bien es parte del mercado mundializado, y está influenciada culturalmente hoy día ya no principalmente por Europa, como sucedió en el pasado, sino por los Estados Unidos de Norteamérica en gran manera, conserva aún es su espíritu el caudal de su historia.

Como decía Samuel Ramos en El perfil del hombre y la cultura en México hace 72 años: “México es un país joven, y la juventud es una fuerza ascendente. En este hecho veo la garantía de que nuestra voluntad tiende a la elevación del tipo de hombre, al mejoramiento de su vida, y, en general al potencial del desarrollo de todas las potencialidades nacionales”. Ante un mundo globalizado y mediatizado, la defensa de nuestra cultura es la única forma con la que podemos mantener viva nuestra historia. México es una nación profunda, el cuerpo nacional está constituido por una multitud de actividades humanas diferentes, somos un pueblo multicultural, no poseemos una única forma de ser. Esto quiere decir que no somos un pueblo superficial. Nos es imposible definir una identidad nacional; en nuestro pueblo todo lo que vemos a primera vista, cada aspecto singular que observamos, oculta otros distintos de él.

“Siendo parte cada vez más de un mundo globalizado, nuestras sociedades comparten patrones culturales comunes con las sociedades más industrializadas del mundo, a la vez que muchas tradiciones y pautas de comportamiento social reconocen un origen muy anterior a la modernización o son productos de las formas precisamente especificas que ésta ha asumido”.[32]

Hoy día las fronteras culturales, única resistencia ante la globalización, fungen como alternativas asentadas en principios de raza. “Los enfrentamientos regionales y locales de raíces étnicas y religiosas sustituyen a los grandes conflictos ideológicos, pero al mismo tiempo introducen variantes, que hacen aparecer al problema como “choque de civilizaciones”,[33] donde el riesgo de conflagración mundial sigue latente, sólo que ahora será fragmentada con un alto contenido regional y local, con reivindicaciones viejas y nuevas, entre las cuales destacan el surgimiento de Estados, otras fronteras, identidades añejas y sobre todo la búsqueda de valores que articulen el individualismo[34] y la socialización”.[35]

¿Por qué se habla de una defensa de nuestra cultura y de la expresión que de ella debemos hacer? Será suficiente decir que es porque los tiempos así nos lo exigen. “En el contexto actual, se evidencia una fuerte valoración de lo moderno como símbolo del progreso aun en tiempos de crisis: segundos pisos viales, edificios “inteligentes”, y otros avatares de la hipermodernidad, son recursos simbólicos esenciales de quienes dirigen el proceso de modernizador. Sin ellos, no existirían estos lugares destacados”(hauts lieux en francés) que hacen que “el mundo al que pertenezco es un conjunto de referencias que comparto con otros”(Maffesoli,2003:)[36] Estos lugares específicos-emblemáticos unos o indiferentes otros- son entonces referentes simbólicos de quienes comparten el imaginario de la modernidad avanzada. También asistimos a una reinterpretación del pasado, una nueva lectura de las marcas físicas de periodos pasados en el entorno físico mismo de las ciudades. Si bien la preocupación por el llamado patrimonio no es nueva en las ciudades, debemos aplicar una lectura distinta al proceso actual. Por una parte el patrimonio escapa cada vez más a la simple valoración nacional y de ubica definitivamente en la esfera de los global. Es así como una institución internacional como la UNESCO* otorga certificados de reconocimiento de ciertas obras patrimoniales como “Patrimonio de la humanidad”. Más allá del reconocimiento valorativo que esto implica, es también cierta desnacionalización del patrimonio que acompaña el membrete. En efecto, hay ocasiones en las que se trata – a partir de los llamados urgentes de las comunidades culturales internacionales o en ocasiones locales- de proteger el patrimonio mismo en contra de los embates de políticas o intereses nacionales obtusos. Por otra parte, el membrete es un garante evidente de introducción del “lugar destacado” en las rutas del turismo internacional.”[37]

Son diversas las expresiones que la globalización va imponiendo, y que se dejan ver a la luz del día. Dentro del ámbito de la cultura hemos intentado describir algunos de los mecanismos que el compresor globalizante ha puesto en marcha para la mundialización de la Cultura del Capital, extiéndase dentro de esta todas aquellas que encaminan al consumo desenfrenado y a la enajenación. Un claro ejemplo de lo que venimos hablando en nuestro país es el consorcio mexicano más poderoso de televisión de habla hispana en el mundo: Televisa. Que Logró la aprobación de la llamada ley Televisa, otorgándole así, la facilidad para la adquisición de concesiones para la digitalización de los medios electrónicos. ”En el nuevo milenio puede observarse cómo la sociedad mexicana se ha transformado en muchos sentidos. Los escenarios de la vida política y económica mexicana, la cultura y los roles genéricos, los valores y los modelos de conductas y los medios de comunicación también se han modificado desde que la televisión hiciera aparición en estas tierras. Conforma México y los mexicanos han ido cambiando, la necesidad de una televisión diferente se ha hecho más patente”. “Durante décadas no hubo duda de la urgencia de una televisión capaz de competir, de cuestionar y romper el monopolio de Televisa, pero cuando apareció en el escenario Televisión Azteca las expectativas de alcanzar una televisión democrática se vieron, en gran medida, frustradas. Todavía hoy es imperante contar con una televisión más democrática y objetiva”. “La lealtad de Televisa al Estado mexicano y al Statu quo ha sido largamente evidenciada y nadie puede afirmar que se haya modificado su posición de manera sustancial. Por su parte, la posición de Televisión Azteca respecto al Estado mexicano quedó explicitada en la propia declaración de objetivos incluida en la solicitud de participación de subasta de Imevisión. Ahí se señala con claridad que esta televisora coadyuvará con el gobierno y reforzará los grandes lineamientos de la política (Maza, 1993).” “La competencia televisiva no cambió mucho ni la relación de las televisoras con el Estado, ni la calidad de los noticieros, y la mejoría de los programas es relativa. Las alianzas con el Estado y las elites en el poder que caracterizan a la televisión mexicana desde su nacimiento continúan estando presentes, pese a que se han abierto espacios y las audiencias tienen mayor consciencia política y televisiva, lo cual incrementa su capacidad de interpelación”.[38]

Como vemos la cultura mediatizada no es otra cosa que el impulso ciego de los poderosos intereses económicos a costa de todos nuestros intereses particulares. La reforma a la ley le da mayor poder a las empresas particulares de medios, recortando así el poder de acción de las emisoras públicas. Para muchos esto implica una limitación a la libertad de expresión.

En la reforma no queda nada claro, ni escrito, acerca de las emisoras públicas, por lo que las televisoras podrían apoderarse de ellas en un futuro.

Aquí pasa lo mismo que señalaba Ortega y Gasset: “Los pragmatistas creyeron descubrir la esencia de la verdad en lo útil, en lo práctico, de ahí la pasada centuria haya sido una cultura de medios, de instrumentos. La razón es clara, mientras tomemos lo útil como útil, no hay nada que objetar. Pero si esta preocupación por lo útil llega a constituir un hábito central de nuestra personalidad, cuando se trate de buscar lo verdadero tenderemos a confundirlo con lo útil. Y esto, hacer de la utilidad la verdad, es la definición de la mentira. Porque de tal suerte, queda reducido el pensamiento a la operación de buscar buenos medios para los fines, sin preocuparse de estos”. Quizá parezca radical pero:” ante una cultura de medios, antepongamos una cultura de postrimerías”, es decir, de fines.

gonzoreyes@hotmail.com




[1] Mtra. María Teresa Acosta Ávila.[1] En la presentación de la revista Polis 2002, volumen DOS. Miembro del Comité Editorial del Departamento de Sociología de la UAM- IZTAPALAPA.

[2] Ramos Samuel, Hacia un nuevo humanismo, pág, 4 edit UNAM

[3] Thomson, John. “El concepto de cultura”

[4] Para conocer más sobre el tema, véase a Thomson, John. “El concepto de cultura”, en Ideología y cultura moderna. UAM-X, México 1998, Pág., 183. 140.

[5] Ramos Samuel, El Perfil del hombre y la cultura en México, Pág. 19, Edit. Austral. Décimocimocuarta edición 1986.

[6] Ramos Samuel, Hacia un nuevo humanismo, pág, 4 edit UNAM

[7] Thomson, John. “El concepto de cultura”

[8] Thomson, John. “El concepto de cultura”

[9] Ramos Samuel, El Perfil del hombre y la cultura en México.

[10] Páramo Ricoy, Teresa. Televisión mexicana y alianzas políticas. INTRODUCCIÓN. Publicado en la Revista Polis. Investigación y análisis sociopolítico y psicosocial. Nro. 2, Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Iztapalapa, México, 2003

[11]
Páramo Ricoy, Teresa. Televisión mexicana y alianzas políticas. Pág. 105

[12] Thomson, John. “El concepto de cultura”.

[13] Thompson John B. La comunicación masiva y la cultura moderna. Contribución a una teoría crítica de la ideología. Publicado en la Revista Versión. Estudios de comunicación y política, Nro. 1, Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Xochimilco, México, octubre de 1991.

[14]Páramo Ricoy, Teresa. Televisión mexicana y alianzas políticas. Pág. 106

[15]Thompson John B. La comunicación masiva y la cultura moderna.

[16] Thompson John B. La comunicación masiva y la cultura moderna.

[17] Thompson John B. La comunicación masiva y la cultura moderna.

[18] Páramo Ricoy, Teresa. Televisión mexicana y alianzas políticas. Pág. 107

[19]Ferrés,Joan, Televisión subliminal.Socialización mediante comunicaciones inadvertidas.

Paidós: Barcelona,1996. Pág.68 a 73

[20]Ferrés, Joan.Televisión subliminal.Socialización mediante comunicaciones inadvertidas.

Paidós: Barcelona,1996. Pág.68 a 73

[21] Thompson John B., Comunicación y contexto social.

[22]Páramo Ricoy, Teresa. Televisión mexicana y alianzas políticas. Pág. 107

[23] Thompson John B., Comunicación y contexto social.

[24]Ramos Samuel, Hacia un nuevo humanismo

[25] Simmel, La tragedia de la cultura. Citado por Samuel Ramos

[26] Simmel, La tragedia de la cultura.

[27] Ramos Samuel, Hacia un nuevo humanismo, pág, 4 edit UNAM

[28] Thompson John B. La comunicación masiva y la cultura moderna.

[29] Thompson John B. La comunicación masiva y la cultura moderna. Contribución a una teoría crítica de la ideología. Publicado en la Revista Versión. Estudios de comunicación y política, Nro. 1, Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Xochimilco, México, octubre de 1991

[30] Urtuzuástegui Veraza, Jorge. Critica a cuatro interpretaciones de la historia del siglo XX: Giovanni Arrighi, Paul Jonson, Eric Hobsbanwm y Antonio Negri. Publicado en la Revista Polis. Investigación y análisis sociopolítico y psicosocial. Nro. 2, Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Iztapalapa, México, 2003

[31] Girola Lidia, Anomia e Individualismo. Pág. 299.Edit. Antropos y UAM-Azcapotzalco, 2005

[32] [32] Girola Lidia, Anomia e Individualismo. Pág. 279.Edit. Antropos y UAM-Azcapotzalco, 2005

[33] Al respecto se puede consultar el artículo de Samuel Huntington “Choque de civilizaciones”, en The New York Times. En el cual destaca que “la civilización es el agrupamiento más alto y la noción más amplia de la identidad que puede tener el hombre para diferenciarse de otras especies…Ahora que ha desaparecido la división ideológica de Europa, ha vuelto a surgir la división cultural de Europa entre el cristianismo occidental, el cristianismo ortodoxo y el Islam”.

[34] Aislamiento y egoísmo de cada cual, en los efectos en los intereses, etc.etc. Sistema que da primacía al individuo como sujeto y fin de todas las leyes y relaciones morales y políticas. constituye el fundamento filosófico del capitalismo, la anteponer el interés particular al colectivismo. Enciclopedia: Océano Uno. Pág. 858. Edit. Océano. 1999.

[35] Guillén Rodríguez Raúl en su artículo: Globalización y Fronteras culturales, en la revista Tiempo editada por la UAM, México, septiembre del 2003.

[36] Autor citado por Nicolas-Hiernaux, Daniel. Transformaciones morfológicas de la ciudad de México.

* Siglas de United Nations Educacional, Scientific and Cultural Organitation, entidad cultural de la ONU con sede en París. Fundad en 1946. Tiene por finalidad ayudar al mantenimiento de la paz y la seguridad. Favoreciendo la colaboración internacional en los campos educativos, cultural y científico. Océano Uno. Enciclopedia.

[37] Nicolas-Hiernaux, Daniel. Transformaciones morfológicas de la ciudad de México. Publicado en Veredas, revista del pensamiento sociológico. Estudios de comunicación y política. Año-6. Nro. 10 , Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco, México, primer semestre de 2005.

[38] Páramo Ricoy, Teresa. Televisión mexicana y alianzas políticas. Pág. 142-143.